Hoy se cumplen 27 años de la firma de los Tratados canaleros Torrijos-Carter. Los tratados suscritos el 7 de septiembre de 1977 comprometían a los norteamericanos a sanear todas las zonas utilizadas por el Comando Sur que estuviesen contaminadas como campos de tiro, áreas de bombardeo o puntos de impacto.
Sin embargo, casi cinco años después de la reversión del Canal y las bases militares, Washington aún no resuelve la limpieza de diversos polígonos y la isla San José contaminados con explosivos no detonados y armas químicas de hasta 1,000 libras.
La isla San José sirvió en el año 1940 como Sitio de Defensa y luego fue convertido en un paraíso turístico, que sin duda será afectado por el descubrimiento de las armas químicas. Esta y otras áreas han quedado con cantidades de municiones no detonadas, que es un riesgo inminente a la vida, salud y seguridad humana, la fauna y al medio natural en términos generales.
Se estima que en Panamá los norteamericanos dejaron 105 mil artefactos explosivos y municiones no detonadas. Hace tres años Panamá pidió elevar el tema al conocimiento del Consejo de Seguridad de la ONU.
La reciente propuesta estadounidense para deshacerse de las responsabilidades futuras de cualquier accidente que produzcan esos explosivos no satisface a Panamá y con mucho tino la administración Moscoso rechazó la oferta.
La controversia es vigente y hoy está más vigente que nunca al recordar el acto registrado el 7 de septiembre de 1977 que sepultó la Convención Istmica firmada el 18 de noviembre de 1903 por John Hay y el francés Philipe Bunau-Varilla, un tratado que ningún panameño firmó, que permitía al Coloso del Norte la ocupación y control a perpetuidad de la Zona del Canal y el derecho a intervenir en Panamá.
Washington debe entender que es de justicia y su deber cumplir con ese compromiso.