Cada día se vuelve más duro vivir. Conseguir el pan de todos los días se convierte en una lucha constante y que a duras penas se logra saciar.
La realidad es que no hay tranquilidad. La seguridad no existe. La plata no alcanza y el panorama político que vemos no ayuda a que se mire un mejor mañana. Mantener una actitud pesimista tampoco es buena solución. Tal vez sea más favorable trabajar, porque peor es estar de brazos cruzados.
Los reportes de problemas como falta de agua, caminos o calles en mal estado y desbordes de agua sucia son vistas diarias. Peor aún es el pésimo servicio de buses que causan dolor de cabeza permanente. En este caso, la herida es profunda cuando el transporte aporta su cuota de víctimas en los accidentes de tránsito.
No son los únicos. También hay otros conductores irresponsables que hacen de las suyas.
En esta lista, tampoco se quedan atrás los traficantes de drogas y asesinos. Ladrones y abusadores completan el grupo temible que se ha apoderado de nuestro país. Aunque peor le va a la comunidad cuando hay autoridades que no cumplen con su labor. El colmo, usan el puesto para "calentarlo" o sacarle provecho personal.
Con las lluvias salen a flote el poco importa de quienes contaminan el ambiente. La basura que no beneficia a nadie se estanca a las orillas y salida de los ríos. Y como hecho conocido causan las inundaciones que dejan a cientos sin nada.
Estas y otras historias se repiten. Surgen protestas en las barriadas, llegan las consabidas promesas, la calma reina nuevamente... y los panameños aguantadores esperan una vez más.
Sólo hay que ir a trancar una calle hasta que hagan caso las autoridades o manden a los antimotines a hacer cumplir la ley.
Lástima que el despliegue de fuerza para solucionar el problema no sea imitado por los elegidos del pueblo para resolverlos. Pudo ser peor...
