La Caja de Seguro Social reclamó a la empresa española Rasfer Internacional el pago de 9.2 millones de dólares como indemnización a los familiares de panameños que resultaron muertos por ingerir medicamentos contaminados con dietileneglycol, un tóxico que fue vendido a la CSS, en vez de glicerina pura y que se utilizó para preparar jarabes contra la tos.
Se estima en más de 500 los panameños que perdieron la vida por ese hecho, aunque oficialmente sólo se han reconocido 120 decesos. Fue un negociado de muerte. Por ahorrar costos en una compra que no superaba los 20 mil dólares, se suministró veneno en vez de medicina a los enfermos.
Los 900 litros de glicerina para uso médico que la empresa panameña Medicom pidió a Rasfer, se convirtieron en el camino en refrigerante para los vehículos y así se acabó con la vida de panameños que el año pasado acudieron a los hospitales de la Caja de Seguro Social.
Los 9.2 millones de dólares que se reclaman no es nada en comparación con los daños causados. �Cuánto cuesta una vida humana?. Eso no tiene precio. El perder un ser querido sin importar su edad, es un dolor que desgarra, sobre todo, si la muerte les llega por un maldito negociado.
Rasfer Internacional, las compañías chinas y las panameñas envueltas en la peor tragedia sanitaria que recuerde Panamá, deben asumir su responsabilidad y no tirarse la bola unos a otros. Los familiares de las víctimas reclaman justicia penal y una compensación que al menos minimice en algo el gran daño que han causado.