"Asumir el cargo en tiempos de crisis no garantiza la grandeza, pero puede brindar una ocasión para alcanzarla", escribe Michael Sandel, profesor de Harvard. Eso fue lo que les ocurrió a Lincoln, Franklin D. Roosevelt y Truman. Parte de la grandeza de Roosevelt residió en que fue tejiendo una nueva filosofía política del Gobierno -el New Deal- con los escombros y el caos político de la depresión económica que heredó. Así lo comenta el profesor y economista Thomas L. Friedman en un lúcido artículo ante el fenómeno insoslayable del Presidente electo Obama que tendrá que hacer lo mismo, aunque llevará su tiempo.
Sostiene que el 4 de noviembre pasado acabó la guerra civil estadounidense, cuando un negro se convertía en el 44.� Presidente electo de Estados Unidos. La guerra civil norteamericana no concluyó con la batalla de Gettysburg, Pensilvania, en 1863, sino 145 años después en las urnas del mismo Estado.
Aunque la lucha por la igualdad nunca es bastante, tenemos la obligación de reanudar la marcha interrumpida por décadas de gobiernos plutocráticos y de economías de casino, nutridas desde paraísos fiscales que todavía se empecinan en conservar. Ni siquiera figura en los papeles de la Cumbre financiera de Washington. Es una forma de terrorismo financiero, como existe el terrorismo de Estado que mantiene la verg�enza de Guantánamo, de la tortura y de las guerras falsamente preventivas. Hay muchas voces que se alzan para llevar ante el Penal de Justicia Internacional a los responsables de la hecatombe financiera, económica y social. Los crímenes en Irak, Afganistán, Oriente medio, y en tantos otros lugares no pueden quedar impunes.
Por eso, deberá ser muy cuidadoso Obama a la hora de implicarse en la transición de un poder corrupto para no contaminarse. De hecho, llama la atención que su primer nombramiento para el puesto de mayor responsabilidad en la Casa Blanca haya recaído en Rahm Emanuel, un judío de cuyo carácter implacable los medios de comunicación han sido el blanco varias veces, pero que puede resultarle útil ante las difíciles decisiones que tiene ante sí. Ojalá que esto no signifique más de lo mismo.
Obama tendrá que responder al desafío de la construcción de otro mundo posible, porque es necesario. Los grandes hombres de Estado lo fueron porque asumieron el desafío de la historia en momentos oscuros y desde lo más profundo de las catástrofes.
Un nuevo amanecer ha comenzado apoyado en la responsabilidad de construir un Nuevo Desafío basado en la libertad, la justicia y el derecho de todos los ciudadanos a ser ellos mismos, a conseguir la felicidad, como declara el Prólogo de su formidable Constitución.
Romper con nuestro pasado racista es una conquista, afirma Friedman, pero es parte de la enorme tarea que tenemos ante todos los pueblos del mundo. (El autor es Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid)