El Presidente Martín Torrijos ha asegurado que la escasez de productos sensitivos como la leche y sus derivados es "ficticia".
Como consecuencia de lo que Torrijos ha calificado como una distorsión causada por un grupo de empresarios en la cadena de comercialización de algunos productos de la canasta básica, el gobierno pretende importar lácteos, tal y como hizo cuando se desató la más reciente "crisis" del arroz.
Lo cierto es que tal y como sucede con el problema de la huelga médica, y las negociaciones con los transportistas, los ciudadanos comúnes están percibiendo que el país está siendo "secuestrado" por grupos de presión, que manejan sectores sensitivos, y que tienen poder suficiente para tocerle el brazo a cualquier gobierno de turno, pero que en el proceso terminan haciendo que todos los ciudadanos tengan que amarrarse más el cinturón.
Las aspiraciones de estos sectores son para muchos exageradas: los médicos exigen un 60% de aumento salarial. Los transportistas han venido presionando durante tres años por subir el pasaje en la ciudad capital a más de 40 centavos.
Al mismo tiempo, ha subido la leche, el pan, la carne, el jamón, y varios otros productos primarios. Los precios de las viviendas en el centro urbano también se han ido al cielo. Todo mientras se prevén más aumentos de la gasolina. El ciudadano está acorralado económicamente.
Todo esto ha causado en diferentes sectores del país una actitud de rebatiña desesperada, en la que nos depredamos unos a otros. Debemos detenernos a reflexionar sobre dónde estamos llevando al país, ya que si seguimos así, en 10 años la ciudad capital sólo será habitable para los ricos.