El principal colectivo del país y del oficialismo, el Partido Revolucionario Democrático (PRD), refleja una evidente división. Ya hay tres facciones claramente definidas: la del mandatario y secretario general, Martín Torrijos; la de la candidata presidencial Balbina Herrera y la del alcalde Juan Carlos Navarro.
Conforme se acercan las fechas de los comicios del 2009, la influencia de Torrijos va disminuyendo y ya se alzan voces cuestionadoras como las de Navarro, quien parece decidido a tomar distancia del Ejecutivo al cuestionar la política de seguridad del gobierno y advertir que sus fallas serán responsables de una eventual derrota de la candidatura oficialista.
Torrijos todavía no ha reaccionado y es casi seguro que no será su estilo una confrontación directa con Navarro. Aún le faltan casi 8 meses en el poder y de seguro utilizará esos resortes para controlar su cuota de mando en las filas del colectivo gobernante.
La gran incógnita parece ser Balbina Herrera. Nadie sabe si existe una especie de acuerdo secreto con Navarro, para tratar de proyectar la imagen de cierto distanciamiento con el gobierno de Torrijos; o si ésta es ajena a la pugna entre el alcalde y el mandatario.
Lo cierto es que un candidato oficialista resulta harto difícil intentar venderse como una propuesta independiente al gobierno de turno, sobre todo cuando se ha formado parte de la administración por casi cuatro años y además se comparte la responsabilidad de dirigir la cúpula partidista.
Todo indica que en las filas del PRD hay varios proyectos en marcha y no sólo el de las elecciones de mayo del 2009, probablemente eso es lo que mantiene abiertas las heridas entre las principales figuras de ese partido.