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Una nueva perspectiva

Hermano Pablo | Reverendo

El 10 de septiembre de 2001, un día antes del ataque terrorista contra las torres gemelas, Félix Sánchez presentó su renuncia. Corredor de bolsa de Merril Lynch, que tenía sus oficinas en aquellas torres, Sánchez tenía talento como asesor de finanzas. Pocas horas después de haber desocupado su escritorio y de haberse despedido de sus compañeros, parecía tener además muchísima suerte. Su decisión oportuna lo había salvado de la horrible muerte que sufrieron sus colegas.

Pero la suerte no habría de acompañarlo más que dos meses. Porque el 12 de noviembre Félix Sánchez abordaría el aerobús de American Airlines, vuelo 587, que no llegó a su destino en Santo Domingo, sino que se estrelló en un barrio residencial de Nueva York poco después de despegar.

�Después de lo de las Torres Gemelas, él tenía una nueva perspectiva de la vida -contó su amigo Sid Wilson-. La última vez que nos vimos, él estaba muy entusiasmado. �No lo puedo creer!�

�Es la suerte lo que determina el desenlace de nuestra vida?

De Moisés, que sacó del cautiverio en Egipto a su pueblo Israel, pudo haberse dicho acerca de su infancia: ��Qué suerte tuvo! �La princesa, hija del mismo faraón que había condenado a muerte a todos los niños hebreos que nacieran, lo sacó del río Nilo, salvándolo de la muerte!� Pero pudo haberse dicho lo contrario acerca de Moisés cuando ya era mayor de edad: ��Qué mala suerte tuvo! Lo delató un hebreo de su propia sangre por haber matado a un egipcio que golpeaba a otro hebreo hermano de los dos. �Y por eso el faraón, que lo había tratado como su propio nieto, intentó matarlo!� De ahí en adelante vemos a Moisés, si mantenemos esa línea, una vez con mucha suerte, otra sin suerte alguna, hasta el día antes de su muerte, en que recibe la trágica noticia de que en esta vida no habrá de ver la tierra prometida a la que ha guiado a su pueblo a través del desierto durante cuarenta largos años.

Lo cierto es que en el caso de Moisés no era suerte, como tampoco lo fue en el caso de Félix Sánchez, sino la consecuencia de sus decisiones en combinación con las de los demás. Lo único que podemos aprender de tales casos es a tomar las decisiones más acertadas posibles, y a encomendarnos a Dios, a fin de que, pase lo que pase, estemos preparados para ver la tierra prometida en la vida venidera.



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