Manifiesto no ser el único que me encuentro asaltado por un ejército de ideas en los instantes en que la imaginación atormenta mis sentidos, es precisamente la visión de esas ideas superiores que acicatean el ánimo hacia la realización de nuevos eventos superlativos.
Los gobernantes de la antig�edad no pudieron desenvolverse apartados de la dinámica de ofrecerle al pueblo la oportunidad de servirse de las vías de comunicación y los medios de transportes, remediando las necesidades obvias de la vida diaria. Trasladarse de un lugar a otro es una necesidad como vestirse o alimentarse, pero aquí analizan que es lo último ofrecido a un pueblo que clama por una atención con definida dignidad. Hablamos mucho de diafanidad, pero usamos lentes bicóncavos recomendados a los que sólo pueden ver los objetos cercanos al ojo.
No es preciso ser sabio para comprender que la explosión demográfica hacia las afueras de la ciudad es un fenómeno de terminante explicación que no podemos perder de vista en sus mínimos detalles, obligándonos a cumplir con la gente al pie de la letra. Las reglas puestas en práctica en otras oportunidades no tuvieron el carácter conclusivo, donde se han apreciado los traumáticos efectos a la luz de los hechos que se han dado, abundan las emociones encontradas tendientes a complacer las prioridades que no se cumplieron nunca.
Es imposible salir bien librados con ponderable exactitud, si en los proyectos futuros no se toman en cuenta los ensanches de las vías que nos llevan a la ciudad, y más en esta metrópoli donde todas las oficinas de importancia están ubicadas en el centro, esto a cualquier lego le dice que es sinónimo de confusión. So pretexto de reverenciar esta tentativa nos han instalado como fantasmas colgantes la inteligencia, transfigurada en una audacia emocionante. En los tranques que se registran diariamente los autos parecen moscas aprisionadas entre las telarañas del complicado laberinto. Se afina una posibilidad, iniciativa impostergable que solventa el sacrificio, buses nuevos vendrán a sustituir los viejos, como todo en la vida tiene su esperado final, donde no hay tiempo que perder.
