En el Evangelio de hoy aparece la persona de José lleno de duda y perplejidad, hasta el punto de decidir repudiar a María en secreto, pues antes de vivir juntos, ella estaba esperando un hijo. �l no entiende el misterio que encierra la acción de Dios. Será el ángel quien confirme a José que la encarnación del Hijo de Dios en el seno de María, es obra del Espíritu Santo.
José, el justo, supera la prueba a su fe en Dios y se adentra en la oscuridad luminosa del misterio de Dios. Confía en su palabra y asume su misión con plena responsabilidad.
Como hombre sintió pavor ante las obras maravillosas de Dios, que desconciertan los cálculos y el modo de pensar humano. �Tenía que aceptar al hijo que no había engendrado! Pero al superar la prueba se convirtió en modelo de confianza. �Qué difícil es aceptar la obra del Espíritu Santo! Solamente desde una fe honda se puede asimilar el desconcierto que muchas veces provoca la acogida de la voluntad de Dios. �Cuánta confianza en Dios hay que tener ante lo que no comprendemos!
José aparece en el Adviento como un modelo de fe para todo cristiano. Como en el caso de María y de José, también en nuestra vida personal y comunitaria, se verifica que una fe madura supone una experiencia religiosa adulta.
San Juan de la Cruz nos dice que la fe es la noche oscura para el creyente, pero noche vencida por el clarear de la alborada. Superando la miopía y el egoísmo, hay que potenciar la confianza, que es siempre esperanza firme en otro y origen de acciones grandiosas. Porque José confió en María fue padre adoptivo de Jesús. A veces nos esterilizamos con nuestras denuncias, aireando los trapos sucios de los demás, fingiendo que somos defensores de la moralidad pública. Y la Navidad no es verdadera, porque estamos llenos de recelos y desconfiamos. La fe es aceptar los planes de Dios sobre nosotros, con el heroísmo de la existencia vivida al estilo de Jesús.