Cuando aún cae una que otra esporádica lluvia en el territorio nacional, las alarmas sobre una posible escasez de energía eléctrica y agua en la temporada seca de 2010 están comenzando a emerger.
Según los meteorólogos, para el año próximo el llamado Fenómeno del Niño causará una sequía mucho más dura y prolongada que en años anteriores. A esa situación hay que sumarle una segunda alarma: el hecho de que la generación de energía eléctrica ha bajado.
Recordemos que en el último año de gobierno de Martín Torrijos estuvimos a punto de los apagones programados, y fue necesario una estrategia de emergencia de la Secretaría de Energía que involucró ordenar apagar las vallas luminosas en horas de la noche.
Asimismo, en los últimos años los problemas de abastecimiento de agua se han agudizado en las zonas periféricas de la ciudad de Panamá, tanto del lado Este como Oeste. Durante los meses que no llueve y baja el nivel de las represas que mueven las hidroeléctricas, prácticamente se da una protesta al día en algún lugar porque el agua no llega.
El gobierno está contratando equipos generadores para solventar las carencias de kilowatts, pero las soluciones vienen a modo de emergencia, como siempre.
En momentos en que la creación de nuevas hidroeléctricas se hace cada vez más difícil debido al aumento en la sensibilidad ambiental, se hace necesario que la actual administración le meta el acelerador a los estudios sobre energías alternativas en Panamá, con el fin de reducir la dependencia de los combustibles fósiles que contaminan el ambiente y los proyectos hidroeléctricos que obligan a deforestar grandes zonas y represar ríos.
