Mecanismos psicológicos de la mentira
En su etapa más infantil, la persona no posee determinadas competencias para gestionar todas las situaciones que le rodean. Es por eso que a veces recurre a lo que conocemos como “mentira”, un medio para sacudirse de ciertas responsabilidades para las cuales no está psicológicamente preparada.
La persona en edad temprana no posee estos elementos argumentativos relacionados con la ética acerca de la realidad ocurrente y es por ello por lo que “reacomoda” esta realidad desde su mundo limitado de experiencias. Por lo tanto, inicialmente la mentira puede convertirse en un medio para evitar una serie de consecuencias negativas.
Esto que podemos considerar como algo normal en los niños pequeños, sin embargo, es materia educativa por parte de los padres. Enseñar desde edades tempranas acerca de la responsabilidad de las acciones es algo que posibilitará a este niño en su vida adulta para no “tirar balones fuera”. Corregir es educar. Corregir con cariño y recompensar la sinceridad del pequeño más que castigar la mentira, aunque en ocasiones también es muy educativo que asuman ciertas consecuencias con relación a sus acciones. Pero con medida.
El problema aparece cuando estos mecanismos de corrección no están presentes y el niño va creciendo integrando la mentira y el engaño en su persona, como un modo eficaz de consecución de determinadas ganancias.
Carl Jung hablaba del denominado “yo social”, la parte de la persona que responde activamente a lo que se espera de ella, y por lo que se le recompensa. El ser humano puede acudir a la herramienta de la mentira para salvaguardar su propia imagen, tanto externa como autopercibida.
El problema llega cuando el uso de la herramienta de la mentira se convierte en abuso. Es aquí donde se pierden fácilmente las referencias y donde se suele producir con más facilidad la anestesia de la ética y de la moral.
Existen mentiras de todo tipo y condición. Cuando digo que en ocasiones la mentira puede que no sea dañina, me refiero a las que piensan en el bienestar del otro. Sé que esto puede ser cuestionable, pero hay ocasiones en que la no verdad trae más beneficios que la verdad completa.
Pobre Pinocho. Cada vez que mentía le crecía la nariz. A los seres humanos nos crecen los problemas cada vez que mentimos. Ya tenemos algo en común los muñecos de madera y las personas de carne y hueso.