Hace 19 años que Manuel Antonio Noriega se entregó a las autoridades de Estados Unidos. En ocho días, un tribunal deberá dictar una decisión casi definitiva en torno a si Noriega es extraditado a Francia o repatriado a Panamá.
La decisión se debe adoptar el 12 de enero, ocho días también antes del traspaso presidencial de George Bush a Barack Obama.
En torno a Noriega hay toda una trama y política de alto perfil, porque aunque el exdictador cumplió su pena el 9 de septiembre del 2007, no está todo dicho en torno a la suerte que le depara. Sin duda que Noriega guarda muchos secretos, sobre todo de sus relaciones con la comunidad de inteligencia de Estados Unidos que no conviene que se revelen.
En todo caso, Panamá no debe renunciar a que la justicia local cumpla su papel y el dilema Noriega, es una prueba de fuego para los tribunales, donde el exgeneral tiene condenas pendientes por casi 60 años.
No habría mayor problema si Noriega retorna a Panamá y cumple aunque fuera una parte de su condena. Incluso para cualquier reo resulta más llevadero pagar una sentencia en su país -con acceso a las visitas de familiares y amigos- que cumplir una condena en cualquier cárcel europea.
La situación se complica con una reforma penal que permite que un reo con edad superior a los 70 años, pueda cumplir su condena bajo la figura de casa por cárcel.
Sin duda que el caso de Noriega se constituye en una papa caliente tanto para Estados Unidos como para Panamá. Al final, todo indica que será una decisión que deberá adoptar el Departamento de Estado norteamericano, pero no sabemos si la administración Bush le dejará el paquete a Obama o dejará resuelto el limbo en que permanece su "prisionero de guerra".