La Onomancia estudia los nombres personales y cómo imprimen carácter a quien los lleva.
Naturalmente, cada nombre tiene su origen en el tiempo. La mayoría son muy antiguos y llegan a nuestro idioma corregidos y adaptados, por decirlo así, a la lengua española.
No cabe duda de que cuando se impone un nombre hay en ello una intención. A veces se elige por bonito, a veces por su significado ilustre, otras solo por seguir una tradición familiar.
En cualquier caso, la intención existe y desde ese momento el nombre pesa en el individuo.
Del mismo modo que influye en nuestro ánimo un color, deprimiéndole si es oscuro, y alegrándole si es claro, el nombre va calando en la persona al oírse llamar por él.
Por otra parte, los homónimos de carácter brillante ejercen también su acción en el individuo. Al pensar, por ejemplo, en "Carlos", lo hacemos al mismo tiempo en Carlo-Magno y Carlos V, es un nombre con grandeza.
César y Octavio nos recuerdan asimismo, a los emperadores romanos. Aunque haya habido muchas Inés y las siga habiendo, este nombre evoca siempre a la Inés de "Don Juan Tenorio". Otras veces es un santo quien se realza el nombre, como ocurre con Pedro y Santiago, y tantos otros.
La Onomancia, con paciencia, psicología y atención, ha estudiado la reacción de los nombres en muchos individuos y ha encontrado entre los homónimos de cada uno una serie de rasgos iguales que llegan a formar el carácter del nombre.
Significado y calificación de algunos nombres:
Adela: Nombre de origen germano significa "de linaje noble".
Adolfo: "Socorro paternal".
Agustín: "Rico en honor". Hombres combativos, amantes de la justicia. Amigos del camino recto.
Alejandro: "Favorecedor de hombres".
�lvaro: "Todo atento".
Eviten usar en estos tiempos:
Karina Sofía, Alexander Kadir, Sophy Katiuska..
Feliz Año 2009.