La Iglesia es el cuerpo de Cristo. Cristo es la cabeza. Nosotros somos ahora los brazos y las manos de Jesús, somos del Maestro, somos el corazón del Señor, es decir. El nos necesita para seguir haciendo lo que realizó en su vida terrenal. �Qué hizo en su vida terrena? Siempre fue servicial, curando enfermos, asistiendo a leprosos, revelando la Buena Nueva, combatiendo el mal. Siempre haciendo el bien. El nos quiere haciendo siempre el bien. Nos quiere también orando en fe profunda.
El nos quiere así y también nos quiere misioneros, llevando la Palabra a todas partes. Los obispos dicen en domingo que es la hora de los laicos; que los laicos, ustedes, deben formarse y los pastores debemos ayudar a formalizar que ustedes evangelicen, porque son esa fuerza maravillosa de la Iglesia que tiene todavía que despertar.
Es la hora de los laicos en la Iglesia, en la cual ustedes deben asumir con valentía y responsabilidad el deber, la orden de Cristo de ir por todas partes y combatir la cultura de la muerte.
�Qué es la cultura de la muerte? Es todo el ambiente nocivo que hay haciendo que la gente se involucre en el mal.
El ambiente de pornografía y de libertinaje sexual; el ambiente de intriga y de maldad; el ambiente de alcoholismo; el ambiente de drogadicción; el ambiente de inmoralidad en todos los aspectos, que está inundando a la sociedad. Cultura de la muerte, ante eso combatimos en el nombre de Jesucristo presentando la vida que es el mismo Dios. Y haciendo de nosotros, de nuestro ambiente, de nuestras circunstancias, una cultura de la vida donde impere el respeto a la dignidad humana, el respeto y promoción de la justicia social, el respeto y la promoción de una sana convivencia fraterna. De un compartir los bienes, hacer que todos nos miremos como hermanos. Una cultura de la vida que respete la existencia de los que todavía no han nacido para que puedan vivir, desarrollarse y morir como Dios quiere.
Una cultura de la vida que promueve, en todos los círculos, el respeto a la ecología. Que haya tierra para todos y que cada uno pueda ser partícipe, libremente, en las decisiones más importantes de su país, en donde exista la democracia y el derecho de cada uno a profesar la religión que quiera.