Algunos actos de este gobierno jamás serán vencidos por el olvido. Uno de ellos considerado el patinazo más grande en la contabilidad de los errores políticos, cuando nombraron como embajador en España, al ex cabo de las Fuerzas de Defensa Roberto Cañizáles y por añadidura, el peor ministro de Educación que haya tenido Panamá.
Cuando lo supe me dolió por los cientos de graduados en la carrera diplomática y por los miles de perredistas aptos. Cómo premiar la ineficiencia en pasta, nombrando embajador a un tipo señalado por la prensa por apoderarse de linderos municipales, que demostró no saberse los colores patrios y que durante su pobrísimo ejercicio como ministro se fraguase en sus narices, el más escandaloso robo de dinero en las arcas de la educación panameña (FECE). Qué clase de mensaje tan abominable para educadores y estudiantes.
Si lo malo radica en que se nombren "chambones" como Cañizales, en puestos relevantes y muchas veces no tomen en cuenta a las personas que se debieran, es posible que eso no sea culpa del sistema ni los gobernantes, sino probablemente de que exista latente un enorme nidal de imbéciles a quienes les parece muy bien que así sea y pagan con sus impuestos, para que así siga siendo. Otro acto que no olvidaremos nunca, porque fue bueno, ha sido el nombramiento de "Lucho" Gómez como embajador de Panamá en Cuba. "Lucho", es un panameño de lucha, lo conocí pelao y desmayado en medio de una trifulca universitaria, cuando una facción de izquierda irrumpió en un "mitin", dándole un porrazo en la cabeza por equivocación, que lo dejó tendido en cruz sobre los mármoles del paraninfo. Desde ese KO que cumple más de 40 años, Lucho ha trabajado la mayoría de las veces como un negro y en poquísima como un chino (los negros que yo conozco jamás han trabajado), escalando peldaños en la política de este increíble país de la "jauja".