Bueno, bueno, ahora con una caterva de aspirantes a las Garzas (las del Casco Viejo, no Pacora, no) se habla de reformas electorales que rijan las elecciones. Por cierto, toda sociedad políticamente organizada debe estar sujeta al poder, el asunto es �quién, cómo y por qué lo ejerce? Este es un derecho reservado a las mayorías. La llamada voluntad popular.
De paso, la forma de determinar dicha voluntad popular es mediante las elecciones. El sufragio universal de la democracia liberal.
La función más elemental o más conocida de las elecciones es asegurar la representación de los gobernados.
La elección legítima al mandato y es fuente de creación de los partidos políticos y la participación política. La soberanía que reside en el pueblo se la traspasa a sus representantes por medio directo o indirecto.
De esta forma, el partido se convierte en vínculo entre gobernantes y gobernados.
El sufragio universal liberal amplía el campo de la representación, mientras el marxismo lo refería a una forma de dividir las clases.
Si tratar de cambiar, rotar o renovar, mediante el voto, la dirigencia política en el poder.
La legislación electoral debe permitir a los elegidos representar a los electores que le dieron el voto, por cuanto no es válido un sistema excluyente de una parte por otras razones ajenas al sufragio. La representación es, por consiguiente, por la cantidad de votos obtenidos.
Las elecciones deben ser competitivas. No pueden eliminarse las opciones por medio de espacios políticos excluyentes, como santuarios por creencias, razas o sexo, ya que eso implica una antidemocrática imposición, por la cual se reprime la libertad de elección. En nuestro país lo prohíbe la Constitución.
La democracia se cimenta en la capacidad de aceptar o rechazar las propuestas electorales, pues la elección es el efecto de escoger o seleccionar, por votación, entre varios candidatos y cargos.
Se puede dividir por circunscripciones (uni o plurinominales) o por listas abiertas o cerradas, pero siempre validadas por la cantidad de votos recibidos.
De esta manera, las elecciones garantizan la sucesión pacífica al constituir a la vez un reflejo de los cambios de opinión del electorado.
Democráticamente, todos los aspirantes deben gozar de iguales derechos ante las urnas.
El enciclopedista francés (siglo XVIII) Juan Fran�ois Marmontel sentenció: "Pocas veces el favor tiene buena elección".
Bueno, eso es todo por hoy, pero tranquilos que el próximo jueves habrá más.