Todos tenemos una realidad económica, de la cual tenemos que ser conscientes y consecuentes. La mayoría de los panameños tiene que trabajar muy duro para ganar algo de dinero, con el cual hay que hacer malabarismos para comprar la comida y pagar las cuentas.
Otros están mejor económicamente: pueden enviar a sus hijos a costosas escuelas privadas, vivir en un dúplex con dos autos en el estacionamiento.
Cada familia debe conocer su realidad, lo que implica saber hasta cuánto puede gastar en recreación, o cosas que no son necesarias.
El problema que tenemos muchos panameños es que siempre queremos vivir como las personas de clases sociales superiores, pero sin tener el dinero para costear esa vida.
No hay absolutamente nada malo con aspirar a algo mejor. Pero primero hay que crear las condiciones económicas para ello. Traducción: hay que arreglárselas para ganar más dinero.
Pero muchos, por el afán de "apantallar" a los vecinos, y dar una falsa imagen de prosperidad y opulencia, nos endeudamos hasta el cuello, afectando nuestra capacidad de afrontar los gastos verdaderamente necesarios.
En consecuencia, quienes ganan $500, quieren vivir como si ganaran $1,500; los que ganan $2,000 quieren aparentar que viven con $5,000; y los que están en los $5,000 quieren codearse con los millonarios.
Puede ser muy bonito visto desde fuera, pero este estilo de vida es sumamente estresante. Por un lado está la presión psicológica de aparentar lo que no se es; y por el otro lado están las tarjetas de crédito copadas, las llamadas constantes de los acreedores, los cortes de luz y de teléfono. Es una existencia en la cuerda floja. Y todo por "apantallar".
Hay que vivir en la realidad, trabajando constantemente para mejorarla. Pero de verdad, no de a mentiritas.