Monseñor Emiliani, soy una madre de familia y estoy desesperada. Tengo un hijo de catorce años que está insoportable. Se ha hecho rebelde, malcriado y no quiere obedecer. Tiene un grupo de amigos que se la pasan en la calle y uno de ellos toma el carro de su padre y se van por allí a pasear. Están fumando y sé que en alguna de las casas toman licor cuando los papás no están. Hace dos años mi marido me dejó y se fue a vivir con otra mujer y estoy cargando con la formación de este niño y de dos niñas menores que él. Algunas veces no me controlo y le grito y hace dos meses le pegué una bofetada de la que me arrepiento.
Señora, quisiera comenzar diciendo que usted tiene la gran tarea de ir gobernando mejor sus emociones y reacciones ante los acontecimientos. Lo que hace el muchacho la descontrola y él lo sabe. Es sumamente inteligente y la está manipulando. Creo que la salida del papá de la casa le está afectando porque él sabe que su padre los dejó por una mujer y esto lo hace sentirse mal. Está pasando por un periodo difícil por el paso de la pubertad a la adolescencia y a nivel psíquico y hormonal él siente grandes cambios. Ya se cree un hombre pero todavía es un niño que empieza a madurar. Se siente incomprendido y no quiere que lo traten como un niño. En sus amigos encuentra un refugio y entre ellos se tratan como adultos. En el grupo se siente libre y comprendido. Ya está incursionando negativamente en el mundo "de los mayores" tomando licor y siente la emoción de andar en carro con los amigos. La casa le parece aburrida y como nada más hay mujeres ahora en ella, no se siente a gusto allí. Pues yo le digo, que como madre tiene que orar más por el muchacho. Tratar de no gritarle y más bien intentar acercársele y dialogar. Es bueno tener la asesoría de un psicólogo profesional que puede ayudar mucho. Que el papá también sepa lo que está pasando. En fin, no es tarea fácil, pero usted vencerá con el Poder de Dios, que le dará discernimiento, amor y paciencia, sabiendo que con el Señor usted puede vencer cualquier obstáculo, porque con Dios somos invencibles.
