Fue la llegada de los europeos a nuestro continente, con sus mortales enfermedades virales, catarros y grajos, el verdadero inicio de nuestras desgracias, traducidas en restricciones de todo. Aquí se fumaba nuestro tabaco (Nicotania Tabacum), felizmente en playas, ríos y selvas. Antes que llegara de España el zancudo Israelita, Cristóbal Colón, en todas las reuniones importantes de América, primero que las ideas, se encendía el tobago, especie de pipa hecha con caña brava, con que demostraban su autoridad los más viejos de las tribus. La pangola, el guarumo y decenas de solanáceas del vergel mesoamericano, eran el deleite de los cholos hasta que un día lo prohibieron por culpa de los que no podían ver felices a los autóctonos, fumando libremente, sin que les costara un centavo. Ahora salen los ignorantes del "panet et circenses", base universal de las leyes que han gobernado a la indomable humanidad, con que el tabaco mata a más de 10,000 personas diarias, que huele feo, que amarilla los dientes y afecta los presupuestos de salud en todos los países.
Estos europeos, también demuestran encono a otra de nuestras plantas originarias, La coca (Erythroxylon). No respetan que en ciertas partes de nuestra América del sur, desde siempre se ha mascado, fumado, tomado y aspirado las hojas obtenidas del arbusto de la coca.
Es por eso, que muchas organizaciones con fines de lucro, empezarán una campaña para que esos pocos abstemios, pisen en la tierra y se den cuenta que ya no cabemos. Nuestro planeta solo soporta 3,000 millones de habitantes y ya vamos por 7,000, es decir que pronto necesitaremos dos planetas más. �Qué es mejor, que la gente se muera fumando a gusto, a temprana o corta edad, para dejar espacio a nuevas generaciones, o desaparecer indiscriminadamente a millones de inocentes con guerras como en Alemania, Rusia, Hiroshima, Nagasaki, Vietnam, Centroamérica, Colombia o Iraq?
