Cada semana se produce la renuncia de funcionarios electos por votación popular en la papeleta del opositor Partido Revolucionario Democrático a las filas del oficialista colectivo Cambio Democrático. Resulta penoso para una organización política que ese tipo de cosas suceda. Eso demuestra que hay que escoger mejor a sus candidatos y no postular a figuras sin mayor militancia y que sólo pueden ejercer sus responsabilidades cuando están en gobierno.
Más que cuestionar a un colectivo oficialista, hay que hacer una revisión profunda de las figuras que puedan ser incluidas en la planilla electoral que determinado partido postule en una elección. No se puede andar promoviendo a personajes que caigan en la tentación de las ofertas que en un momento le puedan hacer desde el gobierno.
Los representantes de corregimientos, alcaldes y diputados perciben un salario sustancioso por lo que no debieran cambiarse de toldas, cada vez que a si partido le toca hacer de oposición.
La venta de conciencias y lealtades a todos los niveles no es un fenómeno nuevo en la política panameña. Se trata de una práctica de vieja data en los partidos en el poder. Pero sólo cuando se está en el lado perjudicado es que los colectivos lo notan y lo denuncian.
�Cómo evitar que esto suceda? Depurando los procesos de escogencia de candidatos, practicando una verdadera democracia interna, evitando el caciquismo, trazando líneas ideológicas claras, respetándolas y capacitando a la membresía en todos los aspectos de la vida democrática, enfatizando en que uno asume cargos de elección popular para servir, y no para servirse.