Así se expresó, visiblemente molesto, el pasajero que iba sentado a mi lado en un diablo rojo...
-�Odio este país !
-Amigo -me atreví a comentar -�por qué dice usted eso...acaso es usted extranjero?
-No, por mi desgracia soy panameño, pero odio este país...
-A ver -le dije -�por qué odia usted con tanta vehemencia a nuestro país?
-Cómo diablos no odiarlo, sólo fíjese en esto: 'A la gente le matan a un familiar, y adoloridos, sufriendo en carne propia la pérdida de un ser querido, claman a que se les haga justicia, pero cuando entra la ley en la figura de los policías, para practicar un allanamiento y poner a buen recaudo al asesino, la gente les lanza piedras, botellas, y hasta vasijas llenas de miao, o cualquier otro objeto para proteger al maldito criminal'... 'Además, estoy harto de los tantos bochinches que a diario llevan los funcionarios a los medios -especialmente a la tele- en un solo 'tira-y-hala' acusándose unos a otros, en vez de trabajar en beneficio del pueblo... �coño!'
-Aguántate ! -le advertí -que acaba de subir al bus uno de esos 'aleluyas' con su lata maraquera... En efecto, allí al lado del conductor se posó un individuo que, lata en mano, comenzó su pregón alrededor de la figura de Dios, empleando para ello lo que se ha convertido en moda entre esos falsos profetas, o sea, pedir aplausos en su nombre para luego cobrar. Cuando por fin se bajó, mi vecino de viaje prosiguió con su rosario de odios.
-�Te fijas? Ese tipo utiliza a Dios como su carta de presentación para pedir dinero, y lo más triste aquí es que la gente, para 'sentirse bien', le siguen la corriente... y él, feliz, subiendo y bajando de bus en bus timando a los ignorantes... Diablos, cómo no voy a odiar este país de gente boba...!
-Amigo mío, -le dije- no se amargue tanto... deje de sufrir las calenturas ajenas y siga haciendo lo que para usted es bueno. En otras palabras, no se canse de ser bueno, a pesar de lo malo que existe en nuestro país, y lo dejo... aquí me bajo...
�Parada, chof!