Panamá ocupa el sexto lugar en la lista de países del mundo con mayor incidencia de la gripe A(H1N1) y es el segundo de América Latina. Este último dato no es muy conocido y es injusto con los esfuerzos que realizan las autoridades de salud.
La extensión de esta enfermedad es el reflejo de la poca atención que los ciudadanos prestamos a lo que hacemos. Es importante destacar lo acertado de la medida de cerrar los planteles educativos donde se ha detectado casos de la influenza A; pero también debe destacarse que en otros sectores esta iniciativa no se ha tomado.
Los centros comerciales, las fiestas familiares, las discotecas, bares, eventos religiosos y reuniones multitudinarias de cualquier tipo deben ser observados con sumo cuidado. Algunos eventos de aglomeración de personas se han incrementado luego de conocer la presencia del virus en el país.
Hace poco se prohibió la concurrencia de aficionados a un juego de béisbol, pero se siguen realizando actividades de todo tipo sin que se repartan, al menos, cubre bocas o mascarillas. En algunos casos hemos notado que por cortedad no son usadas.
Además, en los casos en que se ha detectado la presencia de la gripe A, las personas del entorno del enfermo lo esconden y continúan con sus asuntos sin tomar las precauciones para evitar el contagio colectivo.
Este asunto debe ser tratado de manera conjunta para que se puedan tomar medidas más firmes. Por ejemplo, los corregidores, con el apoyo de la Policía Nacional, deberían tener la capacidad y la autoridad de irrumpir en bailes, sean estos abiertos o cerrados, y en comerciales o fiestas privadas, y suspenderlos.
Debemos tener más miedo a la inconsciencia e irresponsabilidad de las personas que a la misma pandemia. Si no ajustamos nuestra conducta a las circunstancias actuales, podríamos rápidamente situarnos como el país número uno en afectados y esto nos puede conducir a un desastre de proporciones incalculables.
