No es una mujer, pero muchos hombres darían la vida por tenerle entre sus brazos, besarla, acariciarla y mostrársela a quien la quiera ver. Sí, es la Copa del Mundo, el trofeo que entrega la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) cada cuatro años.
Ese placer de levantar la Copa es destinado para unos cuantos privilegiados, los que lo ganan en el Mundial; no obstante, Sony, socio comercial de la FIFA, y conocedor de los celosos estatutos del organismo rector del fútbol mundial para con su trofeo, llevó la copa más cerca de los fanáticos.
Por eso, la trasladó a los 2.800 metros sobre el nivel del mar que tiene Quito, capital de Ecuador, y en la cancha sintética "Seguros Constitución Veneau", donde los fanáticos, periodistas, entre otros, le vieran de cerca y se fotografiaran.
Nuevamente arriba. En Ecuador, le tocó el privilegio a Moacyr Claudino Pinto, campeón con Brasil en 1958, de volver a levantar a la niña de los ojos de todo futbolista, la que elevó Fabio Cannavaro en 2006, en Alemania; Cafú en el 2002, en Corea-Japón, y Zinedine Zidane, en 1998, en Francia, entre otros tantos campeones.