Realmente pensé que era una ganga! Comprar tres piñas por un balboa se veía como "buen negocio". Recordé que he comprado una tajadita de piña por veinticinco centavos. Puse las piñas en el piso del auto y minutos después me deleité con su olor. Luego noté que olían mucho y sospeché que algo no estaba bien.
En la casa me di cuenta de que había sido víctima de algunos vendedores irresponsables de los semáforos. Dos de las tres piñas estaban "pasadas" y las boté. La tercera sólo me dio unas tajadas, pues el resto no servía. Total, "me salió más cara la mecha que el candil", como dicen algunos en Cerro Patacón.
Los semáforos en ciertos sitios concurridos de la capital se han convertido en verdaderos "supermercados". Se pueden comprar cantidad de productos, algunos de ellos visibles falsificaciones y artículos pirateados, como los CD de música o película.
Conozco una persona que no aprende con sus errores. Tiene la costumbre de comprar películas "piratas", aunque uno le dice que no lo haga porque es ilegal.
El otro día contó que adquirió una película "para adultos". Cuando fue a verla, solamente había una imagen. Perdió su dinero con algo que era falso.
También le sucedió que la película para adultos que le vendieron, realmente tenía una comedia "para todo público".
Ese conocido también ha sido estafado en los semáforos con discos compactos piratas de música. Le venden melodías viejas y no las de estreno que anuncian.
Ese mercadeo de semáforo parece que lo trajeron unos exiliados cubanos hace más de veinte años. Vendían pan y otros comestibles para poder vivir.
Cuando se fueron del país algunos panameños desempleados los imitaron poco a poco. Ahora se ha convertido en lo que los expertos llaman "economía" informal.
Hay toda una pequeña industria alrededor de los semáforos, que realmente alivia el desempleo que tiene el país. Aunque el Gobierno se llene la boca diciendo que tenemos buena economía, muchos panameños no consiguen un empleo y tienen que convertirse en "buhoneros de semáforos".
Esta realidad la comprenden los automovilistas, quienes compran los artículos de esos "emprendedores" que buscan ganarse el pan "con el sudor de su frente" y no robar o vender drogas.
Nadie puede estar en contra de esta realidad social y económica, características de los países ahora conocidos como "emergentes". Pero otra cosa es que algunos de ellos estafen a sus clientes.
