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Adán R. Schultze | Economista

Por más de 20 años, el pueblo panameño ha sido víctima de los accidentes de tránsito que provocan los conductores de los autobuses "Diablos Rojos". El rosario de tragedias que ha dejado miles de personas muertas, algunas lisiadas de por vida o afectadas por la pérdida del ser querido, es la herencia de la intolerancia de los transportistas capitalinos agremiados en torno a la Cámara Nacional del Transporte (CANATRA).

El punto culminante de las tragedias fue el incendio del bus 8B-06, que se quemó el 23 de octubre de 2006. La irresponsabilidad del "palanca" y del "pabo" de no dejar sacar a la gente a tiempo, la falta de salidas de emergencia y el apuro de forzar el vehículo, causaron la muerte a 18 personas.

Como si el destino quisiera repetir la mala pasada del incidente de La Cresta, el pasado viernes 12 de junio, un autobús de Capira se incendio al salir del Puente de Las Américas.. Y la irresponsabilidad del conductor del vehículo volvió a evidenciarse, cuando se demostró que el extintor de bus estaba amarrado al transporte, y para colmos, no tenía la espuma aislante contra fuego.

La repetición de estos incidentes con los buses escolares de tercera mano para utilizarse en la Ciudad de Panamá, comprados en Estados Unidos y México, debe terminar pronto. No puede ser que a los buses se les retire el "gobernador" o regulador de velocidad, para convertir a esos vehículos en trampas de muerte, que amenazan con quitar la vida a los pasajeros, a los peatones y a los conductores particulares en las vías de la República. Que estos buses circulen por las avenidas con llantas lisas y graves desperfectos mecánicos.

No es posible que las autoridades del tránsito salientes hayan permitido que jóvenes menores de 21 años, se les permitan obtener licencias de conducir Tipo E para operar el transporte público. De que continúe el negociado de cupos en buses y taxis, por compromisos económicos o favores políticos.

La nueva administración de la Autoridad del Tránsito y Transporte Terrestre (ATTT) tiene la voluntad de tomar cartas en el asunto y lidiar con el relajo que impone en las calles el gremio transportista. O eso parece.

El pasado 5 de junio, los representantes de los usuarios del transporte público (que suman más de 800,000 personas en la capital) se reunieron con la futura Directora General de la ATTT, Sandra Escorcia. De aquel encuentro, se conoció que la prioridad del Gobierno del presidente electo Ricardo Martinelli será el bienestar de los usuarios y la humanización del transporte público a nivel nacional.

La construcción del tren urbano o "metro" y la adquisición de nuevos autobuses para reemplazar a los "Diablos Rojos" también fueron reiterados por la Arquitecta Escorcia y su equipo. Sin embargo, lo interesante fue que el nuevo gobierno ha preferido escuchar primero a los usuarios, antes que a los buseros.

Será vital para la gestión de la ATTT que la ciudadanía respalde a las futuras transformaciones para mejorar el servicio de los buses capitalinos. Si los usuarios se unen y se organizan para defender sus derechos, la promesa de un cambio en el modo de vida de los panameños, que no tenemos un automóvil, será una realidad alcanzable.

Y de esta forma, evitaremos los desastres viales con los "Diablos Rojos", que algún día se convertirán en un mal recuerdo del oportunismo político y de la mafia transportista.



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