Aunque muchos panameños no escuchen las máquinas trabajar, hay seguridad de que sí lo están haciendo a todo vapor para terminar en el mes de agosto la obra más grande de este gobierno: El puente Centenario.
Cada administración estatal tiene su estilo y un objetivo final antes de entregar el poder. Muchos gobernantes desean ser recordados como grandes visionarios, otros solamente se conforman conque la comunidad palpe sus obras de trascendencia nacional. En este renglón parece ubicarse la mandataria de la República, Mireya Moscoso, quien ya lo ha dicho en más de una ocasión: "Voy a entregar esta obra en agosto".
Pese a las intensas lluvias que han caído sobre ese sector, hombres y tractores van sin detenerse porque tienen la instrucción de terminar una de las obras más importantes del país, una obra que abre paso a la nueva nación de un nuevo siglo. De aquí en adelante Panamá escribirá su nueva historia, pero, como dicen por ahí que mucho apuro trae cansancio, se espera que todos los cálculos en materia de programación no fallen porque los afectados serán muchos, pues no se puede jugar a la ligera con la vida de los próximos beneficiarios de esta importante vía de comunicación.
Con mucha razón la gente se pregunta en la calle: �Terminarán este puente primero que el entronque de Albrook? La respuesta parece ser evidente que sea un sí. He aquí lo delicado del asunto, por eso es recomendable que los ingenieros privados o los que trabajan en este proyecto certifiquen que todo cumple con normas más estrictas de seguridad en materia de puentes de gran tamaño.
Los panameños nos merecemos una excelente obra. Nadie quiere volver a vivir la tragedia de Las Palmitas, por ello sabremos esperar más allá de los 70 días que hacen falta a partir de hoy.