Según Crítica Libre (9 de junio), el Tribunal Electoral, entidad encargada del registro civil en Panamá, ha prohibido ponerles "nombres de origen árabe" a niños panameños.
�Será cierto que semejante política, varias veces violatoria de los derechos humanos, es el genial aporte del Tribunal Electoral panameño a la lucha contra el terrorismo? En caso afirmativo, proscriban también todos los nombres de origen vasco, pues del País Vasco vienen los terroristas de ETA.
Nada de Javier o Ignacio y si acaso algún día se le ocurre al Duque de Palma de Mallorca--don Iñaki Urdangarin, marido de la Infanta Cristina--venir por acá, solicítenle a Migración que le impida la entrada, por llevar un nombre subversivo.
A lo largo de los siglos, el terrorismo de Estado ha tenido varios impulsores, con nombre, apellido y apodo. Además de Calígula, Nerón, Diocleciano e Idi Amín, el Tribunal Electoral debería prohibir inscripciones de nombres tan terroríficos como Adolfo (Hitler), José (Stalin) y Benito (Mussolini).
Juan Vicente (Gómez), Rafael (Trujillo), Anastasio (Somoza), Fulgencio (Batista) y Marcos (Pérez Jiménez) tendrían que estar prohibidos por nuestro ilustrado Registro Civil, por haberlos llevado notorios enemigos de la humanidad. A esa lista, algunos civilistas recalcitrantes agregarían Omar (Torrijos) y Manuel (Noriega), por aquello del asesinato y desaparición de unos 110 panameños entre 1968 y 1989.
Y que viva nuestro esclarecido Tribunal Electoral, al que la reforma constitucional de Martín Torrijos quiere darle la mayor autonomía y discreción.