REFLEXIONES
Hasta siempre, don Diógenes de la
Rosa
Maribel del C. Saldaña O.
Don Diógenes de la Rosa
recibió un hasta siempre en la Universidad de Panamá en donde
las autoridades universitarias encabezadas por el rector Gustavo García
de Paredes expresaron que la cultura panameña y nuestra patria están
de duelo, al perder la presencia física de uno de los más
preclaros paladines, quien durante una extensa y fructífera existencia,
dio valor a las mejores cualidades del ser humano.
La Universidad de Panamá honró a Don Diógenes de
la Rosa con el PREMIO UNIVERSIDAD 1997, máximo galardón de
la Casa de Méndez Pereira, en donde se premia a la excelencia por
su amplia y sostenida trayectoria en defensa de la soberanía de nuestro
país y uno de los mejores ensayistas panameños de nuestro
siglo.
Hace un año Don Diógenes al recibir este galardón
se sintió ufano por la contribución dada por la lucha negociadora
de los Tratados del Canal de Panamá, porque ha sido de beneficio
para el país, convencido en ese entonces que "la vida no es
fácil y en todo momento hay que afrontarla", se encaró
desde temprana edad a vivir la vida, luchando y considerándola como
problema siendo ese uno de sus éxitos.
La familia universitaria se unió al momento de dolor, sintiéndose
parte de ella, porque todos somos deudos cuando el ausente significa tanto.
Su hija, Marcia De la Rosa, en nombre de su familia agradeció
a la Universidad de Panamá por resaltar en vida la virtud de su padre
y poder él disfrutar de los honores merecidos.
Este panameño esencial, humanista imprescindible, amó como
a nadie a Panamá, a la que se dio por entero con sus mejores armas,
y con su trayectoria profesional y vida digna de ejemplo, merecieron la
mayor condecoración que se le otorga en nuestro país por tales
méritos. Y la Universidad de Panamá es consciente de que fuimos
los que ganamos, al haber consolidado el prestigio del galardón con
ese acto necesario de justicia por un panameño cuya palabra sabia
tendrá vigencia hoy y los siglos venideros.
Don Diógenes perfeccionó sus primeras letras en el Instituto
Nacional, se destacó entre los fundadores de la primera Federación
de Estudiantes (1918), la revista Institutora Minerva recogió sus
primeros artículos.
En su último año de estudios inició su relación
con la política nacional y entró en la redacción del
periódico, la Nación, comenzando su extraordinaria y duradera
colaboración con el periodismo nacional.
Su beligerancia política lo llevó a las filas del liberalismo,
fue uno de los más sobresalientes miembros de la Asamblea que aprobó
la Carta Magna de 1946 y posteriormente en 1967 y en 1977 participó
en la Comisión negociadora de los Tratados del Canal de Panamá.
Un hasta siempre, al intelectual, historiador y politólogo que
nos ha legado su pensamiento en los más importantes ensayos, en nuestra
literatura que nos queda para las futuras generaciones.
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