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Expropiaciones justas

Adán R. Schultze | Colaborador

Es muy inusual ver el espectáculo de una expropiación de tierras en un sector tan exclusivo como la Calzada de Amador. Propiedades lujosas, club de yates privados en donde el ciudadano común y corriente no puede entrar, ostentación del poder del dinero y el desprecio a la autoridad son los referentes del denominado Centro de Convenciones Figali.

Toda la ciudadanía panameña ha visto con buenos ojos la "toma patriótica" del polémico relleno del señor Jean Figali, un empresario colombiano - libanés que era el favorito de algunos políticos de pasados gobiernos. Con su deuda al Estado de más de 20 millones de dólares, el señor Figali además de otros empresarios de renombre, se negaban a pagar al Gobierno el usufructo de sus negocios.

La imagen del Presidente Ricardo Martinelli tumbando la cerca del relleno de Figali, pasando a lado del lujoso yate del polémico empresario con un costo de tres millones de dólares, fue el indicio de un cambio de actitud hacia la mala política de las "equiparaciones".

Días después, el mismo mandatario volvió a retomar terrenos al patrimonio estatal, esta vez en Brisas de Amador, propiedad de empresarios judíos. Los mismos adeudaban al Estado un estimado de 3.5 millones de dólares.

Otra bandera panameña comenzó a ondear en el sitio expropiado y las maquinarias del Ministerio de Obras Públicas hicieron añicos la improvisada marina de la Isla Perico.

Ante estos hechos, casualmente recuerdo haber visto a uno de los empresarios expropiados bajarse de un lujoso vehículo "Hummer" modificado en limosina, cuyo costo oscila entre los 600,000 dólares. Mientras los transeúntes miraban el "carrazo", bajaba del auto uno de los deudores, tomándose una cerveza con unos amigos.

Y a solo 300 metros, una pobre familia de mendigos venía bajando desde El Chorrillo a pedir dinero bajo la sombra de los edificios de complejo de Figali.

Todavía el Pueblo panameño espera que el Presidente Martinelli haga otra importante expropiación de bienes: los Corredores Norte y Sur, bajo el control de los empresarios mexicanos de PYCSA e ICA.

A mansalva, abusando de la buena fe de los panameños, los mexicanos nos han impuesto su bandera frente a ATLAPA, y en la salida de Brisas del Golf, cobrando a los conductores excesivas tarifas viales.

El atraco más terrible es en el Corredor Norte, en donde todo el trayecto cuesta al usuario particular unos 3.65 dólares. En vez de ayudar al público, estas tarifas son draconianas y lesivas al bolsillo del pueblo.

Igual lo hace ICA, que hace rato, según algunos economistas y auditores, recuperó su inversión millonaria en Panamá, vendiendo terrenos en Punta Pacífica. Hoy en día, la Chingada del Corredor Sur le cobra a los panameños 2.65 dólares por usar la vía.

Señor Presidente: Es hora de imponer la bandera panameña en los corredores viales, igual como hizo en el "Coastway".

Si hace esta medida, de seguro su Gobierno será recordado por cumplir sus promesas de un verdadero cambio de actitudes, de que llegó el final de los abusos de los empresarios vivarachos que disfrutan de los lujos, sin pagas sus impuestos y compromisos al Estado.



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