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Cuidado

Por: Milcíades Ortíz | Catedrático

La niña de unos diez años no quería dejar de ver televisión. Aunque eran las diez de la noche y al día siguiente tenía que ir temprano a la escuela, la chiquilla estaba aferrada a su asiento. Su madre comenzó pidiéndole que se fuera a dormir. Luego le rogó, con buenos argumentos. Finalmente le alzó la voz y le habló fuerte para que hiciera caso.

Pero la chiquilla estaba como hipnotizada frente al televisor. Las palabras de la madre le entraban por un oído y le salían por otro.

Entonces la mamá se puso frente al televisor y amenazó con apagárselo.

La chiquilla con voz de advertencia le dijo: "Ten cuidado con lo que haces, que llamo al teléfono que sale en la TV y te acuso de abuso a menores y vas a la cárcel".

Yo presencié este acontecimiento. Más tarde le sugerí a la madre que le diera una "jalada de pelo y un pescozón" para que la traviesa niña hiciera caso.

Casi temblando, la madre dijo que no podía hacer eso, porque en E.U. lo castigaban porque era maltrato a los hijos.

No quise alegar más. Recordé que toda mi generación y muchas otras más, se criaron en Panamá respetando a los padres... �Gracias a los manotazos, jalones de pelo y hasta correazos!.

En otro caso, un "dulce" nieto quería que el abuelo le comprara un costoso juguete. Cuando no lo logró, se puso a gritar en el supermercado diciendo que ese hombre "lo trataba mal".

Al pobre hombre lo llevaron ante el gerente para investigarlo. Tuvo que venir su hija, (la madre del chiquillo) y explicar que lo habían adiestrado a decir esas palabras, para evitar cualquier abuso.

Casos como éstos donde los niños chantajean a adultos y dicen una sarta de mentiras para conseguir sus deseos, abundan en todo el mundo.

Por eso hay que tener cuidado cuando se trata de escuchar a los niños. A veces ellos tampoco saben diferenciar la verdad de la fantasía. En esto pensé el otro día al conocer que se habilitó la línea uno, cuatro, siete, para recibir denuncias de niños supuestamente abusados.

Los veintiún expertos que recibirán esas llamadas, deben tener capacidad para descubrir cuándo es verdad o mentira, lo que le dicen. Es falso que "los niños y los borrachos siempre dicen la verdad".



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