El sistema democrático no funciona únicamente a partir de un gobierno libremente elegido. También requiere una oposición funcional.
A la oposición le corresponde fiscalizar los actos del gobierno y representar los intereses de quienes no votaron por el oficialismo.
Tras la abrumadora victoria del PRD, es imperativo que la oposición política se organice y asuma su papel fiscalizador y representativo. Los 800 mil ciudadanos que votaron por los partidos Arnulfista, Solidaridad, MOLIRENA, Cambio Democrático y Liberal Nacional emitieron un voto de oposición al PRD.
Sería una deslealtad a sus votantes que la dirigencia, los legisladores o los representantes de esos partidos se entregaran al PRD.
Si se consuma el despojo de la curul del circuito 5-1, originalmente asignada a Haydée Milanés, del Partido Arnulfista, los partidos cinco partidos mencionados tendrán 35 legisladores en la Asamblea y el oficialismo, 43. Para aprobar sus iniciativas, el PRD no necesitará los votos de ningún otro partido (ni siquiera el único voto de su aliado, el Partido Popular).
A los 35 legisladores de oposición les será difícil detener las imposiciones del PRD, pero tienen una oportunidad ideal para fiscalizar la función pública y alertar a la ciudadanía sobre lo que trama el gobierno. El deber de los cinco partidos es constituir cuanto antes una alianza opositora, para frenar en la Asamblea los posibles abusos de poder. Si no lo hacen y se entregan al PRD, como lo tienen pensado algunos, el pueblo les pasará la factura.