ABRACADABRA
"¿Sí a la tolerancia?"
"El manejo corrupto de las áreas
revertidas y la reacción destemplada de la Procuradora de
la Administración nos dan un atisbo de lo que serían
cinco años más de torodictadura"
Carlos Guevara Mann
En las sociedades democráticas,
los políticos y funcionarios públicos entienden el papel fundamental
que ejerce la prensa para garantizar transparencia y rectitud en el manejo
de la cosa pública.
Los periodistas y columnistas no somos infalibles - muchas veces nos
equivocamos - pero, como la tolerancia y el respeto por la opinión
pública constituyen valores elementales en las sociedades democráticas,
los políticos y funcionarios públicos sobrellevan estos errores
con decencia y dignidad.
Comprenden que frente a estas equivocaciones lo que les corresponde
es emitir las aclaraciones pertinentes (porque los políticos y funcionarios
públicos se deben al pueblo) y permitir que la prensa siga ejerciendo
su misión fiscalizadora.
En las sociedades sometidas al abuso de poder, sin embargo, la realidad
es diferente.
Los funcionarios públicos se ven a sí mismos como dueños
del Estado, y consideran al pueblo y a su agente - la prensa libre - como
vasallos que les deben obediencia ciega.
Para estos sujetos de mentalidad cuartelaria, cuando la prensa se
sale del estrecho carril que los gobernantes le han asignado, lo que toca
es someterla a punta de amenazas, demandas, atentados y enjuiciamientos.
Estas consideraciones vienen a la mente por la repugnancia generalizada
que ha producido la reacción de la Procuradora de la Administración,
Alma Montenegro de Fletcher, a las afirmaciones del periodista Marcelino
Rodríguez de que esta funcionaria "había utilizado tráfico
de influencias, para adquirir una vivienda en las áreas revertidas"
(El Siglo Digital, 5 de agosto de 1998).
No satisfecha con describir al periodista Rodríguez como "delincuente",
la Procuradora lo demandó por "calumnia e injuria".
Según la edición electrónica de El Siglo (5 de agosto),
la misma funcionaria indicó: "el delincuente que incurra
en irrespetocontra esta funcionaria o le levante una calumnia o injuria
tendrá que pagar por eso."
La procuradora Montenegro de Fletcher se considera injuriada porque,
según ella, nunca ha solicitado a la ARI el arrendamiento o compra
de vivienda alguna.
¿Y, pueblo panameño, qué?
¿No tiene la ciudadanía motivos de sobra para sentirse
injuriada - mil veces más injuriada que la Procuradora - frente a
la rebatiña vulgar en que la torodictadura ha convertido la asignación
de viviendas en las áreas revertidas?
¿No constituye esa "piñata" un insulto, un
agravio, una violación a los derechos de la sociedad, que exige el
manejo responsable de los bienes revertidos, frente a los alarmantes problemas
sociales que enfrentamos?
¿No es ese escandaloso tráfico de influencias objeto
de interés para de las autoridades, especialmente las del Ministerio
Público (del que forma parte la Procuraduría de la Administración),
al cual corresponde investigar este último ejemplo de corrupción
y arbitrariedad, tal como lo señala el artículo 217 de la
Constitución?
¿No es la reacción dictatorial de la procuradora Montenegro
de Fletcher una muestra más del desprecio que los funcionarios de
la torodictadura sienten por la ciudadanía y los postulados de justicia,
democracia y libertad por los que el pueblo panameño luchó
vigorosamente durante el régimen militar?
Por último, a la luz de estos hechos nefastos, ¿cómo
se ven el "sí a la tolerancia", el "sí a la
democracia" y el "sí a la vivienda" que pregona la
propaganda reelectorera?
Mal, muy mal, amigos lectores.
Hay mucho por hacer para erradicar la mentalidad cuartelaria y el
ejercicio arbitrario del poder, pero el primer paso es, sin duda, acudir
a las urnas y votar NO el 30 de agosto.
Porque el manejo corrupto de las áreas revertidas y la reacción
destemplada de la Procuradora de la Administración nos dan un atisbo
de lo que serían cinco años más de torodictadura, si
permitimos que se imponga la reelección.
En consecuencia: vote NO a la persecución de periodistas, NO
abuso de poder y NO a la rebatiña en las áreas revertidas.
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