Los venezolanos y el resto del mundo se encontraron ayer con la sorpresa de que el presidente Hugo Chávez había ganado el referendo revocatorio en su contra.
Contra todos los pronósticos, pese a la masiva movilización de votantes, el bajo abstencionismo y la presión de Estados Unidos, Chávez obtuvo una sonada victoria: Cerca de 4,9 millones de venezolanos votaron "No" a la revocatoria de su mandato, mientras que 3,4 millones votaron por el "Sí".
Tan importante fue el golpe de Chávez que el mundo entero se estremeció, debido a la vaivenes del mercado petrólero. El barril de crudo osciló entre los 36 a 47 dólares, ante la indefinición del referendo.
Todavía los entendidos se preguntan cómo el gobierno de Chávez logró superar este crucial escollo. Ya la Coordinadora Democrática, que aglutina a la oposición venezolana, argumenta claros signos de fraude en el sistema de votación electrónico. También resalta la división del Consejo Nacional Electoral (CNE), cuyos cinco miembros se fragmentaron entre los dos bandos. Por supuesto, tres magistrados de esa entidad eran "chavistas" declarados, mientras dos se declararon opositores al régimen y se negaron a ratificar el resultado preliminar.
De igual manera, ha quedado demostrado una vez más la incapacidad de reacción inmediata de los observadores internacionales, ante la situación polémica del domingo.
Tanto la OEA como el Centro Carter se quedaron mudos ante la victoria chavista.
Es una lástima que todavía persista la división en el hermano país sudamericano, algo sumamente peligroso e inestable, pues el referendo revocatorio era la última opción pacífica para buscar la tranquilidad en la tierra de Simón Bolivar.