EDITORIAL
La encarecida canasta básica
La canasta básica
alimentaria panameña está diseñada mediante la verificación
de los precios de cuatro decenas de productos estimados fundamentales para
el vivir de un núcleo de cuatro miembros; y en torno a su monto existen
controversias, críticas que la acusan de incrementos injustificados;
y asímismo de rebajas sostenidas, según las posiciones en
contrapelo.
El Comisionado Rafael Carles, miembro de la Comisión de Libre
Competencia y Asuntos del Consumidor (CLICAC) afirmó que de acuerdo
con los registros de la institución, la canasta básica disminuyó
en diecinueve balboas al compararla al período similar del pasado
año; afirmación que levanta duras oposiciones y ácidas
censuras en el seno popular, que percibe el costo alimentario en ascenso,
en castigo de los que menos tienen.
Por otra parte, afirmar que la canasta incrementó su valor no
puede constituir injuria, como califica el ciudadano Carles, ya que tal
figura punitiva reclama extremos jurídicos que no se cumplen en esa
afirmación; donde lo que pudiera existir sería la propalación
de una mentira, o noticia falsa, como define el Decreto No. 155 de 1964.
La percepción colectiva afirmada en el sentir ciudadano frente
a las compras alimentarias, es de deterioro para el consumidor, cuyos ingresos
escasamente permiten sobrevivir, en precario y con gravísimas limitaciones,
siendo vertiginosos los incrementos de precios que sufre el usuario, que
en escasas ocasiones, conoce de alguna rebaja puntual.
Las explicaciones de CLICAC reclaman la urgencia de forjar una cultura
del consumidor que permita discernir donde realizar las compras con castigo
a los acrecidos y favoreciendo los reducidos; es decir, forjar una herramienta
de reparto competitivo que obligue a los abusadores y desorbitados, a acomodarse
a los márgenes de la población compradora.
Para el conocedor de la realidad nacional, la proclama educativa del
Comisionado resulta irreal; apartada de las carencias que soporta el desprotegido
consumidor, que tradicionalmente no reclama, nada exige, y se somete con
docilidad a los abusos empresarios.
La urgencia de diseñar medidas de favorecimiento popular, cual
las ferias libres, ampliadas e incrementadas; el voceo cotidiano de los
precios del mercado, la incentivación a los vecinos para integrar
cooperativas consumidoras, y en general ofertar vías de mejoramiento
comunitario y popular, son tareas que con certeros logros permitirían
reducir el negativo impacto y la desolación desesperada que hoy castiga
al humilde consumidor, con los países en ascenso y sin control.
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AYER GRAFICO |
El acordeón se ha convertido en el instrumento musical más
importante. |
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