Sábado 22 de agosto de 1998

 








 

 

EDITORIAL
La encarecida canasta básica

L
a canasta básica alimentaria panameña está diseñada mediante la verificación de los precios de cuatro decenas de productos estimados fundamentales para el vivir de un núcleo de cuatro miembros; y en torno a su monto existen controversias, críticas que la acusan de incrementos injustificados; y asímismo de rebajas sostenidas, según las posiciones en contrapelo.

El Comisionado Rafael Carles, miembro de la Comisión de Libre Competencia y Asuntos del Consumidor (CLICAC) afirmó que de acuerdo con los registros de la institución, la canasta básica disminuyó en diecinueve balboas al compararla al período similar del pasado año; afirmación que levanta duras oposiciones y ácidas censuras en el seno popular, que percibe el costo alimentario en ascenso, en castigo de los que menos tienen.

Por otra parte, afirmar que la canasta incrementó su valor no puede constituir injuria, como califica el ciudadano Carles, ya que tal figura punitiva reclama extremos jurídicos que no se cumplen en esa afirmación; donde lo que pudiera existir sería la propalación de una mentira, o noticia falsa, como define el Decreto No. 155 de 1964.

La percepción colectiva afirmada en el sentir ciudadano frente a las compras alimentarias, es de deterioro para el consumidor, cuyos ingresos escasamente permiten sobrevivir, en precario y con gravísimas limitaciones, siendo vertiginosos los incrementos de precios que sufre el usuario, que en escasas ocasiones, conoce de alguna rebaja puntual.

Las explicaciones de CLICAC reclaman la urgencia de forjar una cultura del consumidor que permita discernir donde realizar las compras con castigo a los acrecidos y favoreciendo los reducidos; es decir, forjar una herramienta de reparto competitivo que obligue a los abusadores y desorbitados, a acomodarse a los márgenes de la población compradora.

Para el conocedor de la realidad nacional, la proclama educativa del Comisionado resulta irreal; apartada de las carencias que soporta el desprotegido consumidor, que tradicionalmente no reclama, nada exige, y se somete con docilidad a los abusos empresarios.

La urgencia de diseñar medidas de favorecimiento popular, cual las ferias libres, ampliadas e incrementadas; el voceo cotidiano de los precios del mercado, la incentivación a los vecinos para integrar cooperativas consumidoras, y en general ofertar vías de mejoramiento comunitario y popular, son tareas que con certeros logros permitirían reducir el negativo impacto y la desolación desesperada que hoy castiga al humilde consumidor, con los países en ascenso y sin control.

 

 

 

 


 

AYER GRAFICO
El acordeón se ha convertido en el instrumento musical más importante.


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, no cumplo con medidas sanitarias.


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