La rusa Maria Sharapova, segunda favorita y vigente campeona, se despidió del Abierto de Estados Unidos en tercera ronda, donde fue superada por la polaca Agnieszka Radwanska, trigésima cabeza de serie por 6-4, 1-6 y 6-2.
El Centro Nacional de Tenis Billie Jean King de Nueva York se queda sin su reina. La raqueta que más atención ha demandado al gran público. Superior, incluso, que el que pretenden acaparar Venus y Serena Williams, las que más aspiraciones ofrecen a los intereses locales.
Sharapova tiene un argumento más para agarrarse a las supersticiones, si las tiene. Le fue mal cambiar los rituales de las jornadas anteriores, en las que batió con apuros a la italiana Roberta Vinci y a la australiana Casey Dellacqua.
La rusa colgó en el armario el modelo rojo que la marca que representa le había diseñado especialmente para el torneo. Eligió el blanco, del mismo corte, que no había lucido hasta ahora.
Pero, en realidad, fue su adversaria la que sacó de la pista a una jugadora que no se despedía en la tercera ronda de un major desde el 2004, en los Abiertos de Australia y Estados Unidos y que terminó abatida, cariacontecida e indignada. Buscando en vano el auxilio de su padre, Yuri, en el palco de jugadores.
Pero su progenitor dejó su silla vacía en los dos últimos juegos del partido. No quiso ser testigo de la derrota.
Sharapova ha prolongado el maleficio de las campeonas en Nueva York. En los últimos años la vencedora no repite éxito. Suelen tener, además, una despedida precipitada.
La polaca aprendió la lección para asumir un gran protagonismo en este torneo e igualar lo que hasta ahora es su mejor papel en un Grand Slam, los octavos que obtuvo el pasado año en Wimbledon
La polaca la dejó fuera del torneo
AGNIESZKA RADWANSKA 18
Fue la que dio el bombazo del torneo. Una raqueta originaria de Cracovia, de dieciocho años que puso contra las cuerdas a la rusa durante el partido.