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FAMILIA
  OPINI�N


Cuando no se atiende a una advertencia

Por: Hermano Pablo | Reverendo

"Ten cuidado con ese perro -advirtió el tío Alberto-: nunca hay que fiarse." La tía Herminia dijo: "Yo no pondría a la nena tan cerca del animal." El abuelo Francisco opinó: "Los perros deben estar atados." Y Olga, la madre, afirmó: "A los niños dormidos no hay que perderlos de vista."

Pero Teresa, la abuela, que tenía a su cargo la niña, no hizo caso. Dejó dormir a su pequeña nieta, Kelsy, cerca del perro. "Es un perro manso - sostuvo ella-. Nunca hace nada." Y Teresa se quedó dormida. De repente, el perro atacó a la pequeña de dos meses, y le clavó los dientes en la cabeza. La niña murió a causa de las heridas recibidas.

La vida parece entretejer continuamente situaciones que pueden desatar dramas o tragedias. Así como las condiciones climatológicas van armando tormentas que dan como resultado lluvias, truenos, rayos y un violento ciclón de cuando en cuando, el continuo desarrollo de los acontecimientos humanos engendra a veces tragedias.

Así pasó con los miembros de esta familia de Chicago. Tenían un perro que era la mascota de la casa, y parecía ser manso. Tenían una niñita de apenas dos meses de nacida. Los padres de la pequeña tenían que pasar más tiempo fuera de la casa que con los hijos. Y la abuela a veces se ponía terca y no escuchaba razones.

Todos estos elementos, combinándose y entremezclándose, armaron la tragedia. Si la abuela hubiera atendido a las advertencias, quizá no habría ocurrido nada. Pero no prestó atención, y la tragedia se produjo.

La historia humana, al igual que esta familia, se parece al tiempo cuando se gesta una tormenta. Hay tensiones políticas, injusticias sociales, fricciones religiosas, depravaciones morales. Todo esto siempre presagia tormenta. Y en medio de todo, hay advertencias.

La advertencia que más importa es la que nos da Dios: "Se ha cumplido el tiempo. El reino de Dios está cerca. �Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!" (Marcos 1:15). La gente puede responder: "No me interesa", "Eso no va conmigo", "Siempre dicen lo mismo"; o puede decir: "Yo creo, y me arrepiento; recibo a Cristo como mi Señor y Salvador." Atendamos a las advertencias. Rindámosle hoy mismo nuestra vida a Cristo.



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