FAMILIA
La guerra contra las drogas
James A. Inciardi
De igual forma se creía
que la decadencia de la industria de remedios patentados después
de la aprobación de la Ley de Alimentos y Drogas Puros había
reducido sustancialmente el número de consumidores de narcóticos
y cocaína. Más aún, para 1912 la mayoría de
los gobiernos estaduales había puesto en vigencia controles legislativos
sobre el expendio y la venta de narcóticos. Así, es plausible
afirmar que eltamaño de la población que consumiía
drogas había empezado a declinar años antes de que la Ley
harrison se hbuera vuelto objeto de la interpretación de la Suprema
Corte. Entonces, también, los efectos combinados del estigma, la
presión social, la Ley de Alimentos y Drogas Puros y los controles
estaduales habían servido para crear un submundo de consumidores
de drogas y de drogas de mercado negro. Para 1914 un conjunto de comentadores
había advertido este cambio. Algunos, si bien de forma melodramática,
habían convertido en su blanco a la economía subterránea
de consumo de narcóticos:
Muchos individuos han llegado a la conclusión de que vender "merca"
es un negocio muy provechoso. Estos individuos han enviado a sus agentes
a mezclarse con las bandas que frecuentan las esquinas de nuestras ciudades,
instruyéndolos para que tomen drogas. También se han empleado
porteros, patrones de bares y taxistas para ayudar a vender el hábito.
El plan ha funcionado tan bien que difícilmente exista un salón
de billares en Nueva York que pueda no ser llamado un lugar de reunión
para los demonios de la droga. Se ha puesto la droga en caramelos y se los
ha vendido a los chicos de colegio. Los individuos que conspiran, al estar
familiarizados con la acción de formación del hábito
de las drogas, creen que el creciente número de "demonios"
creará una mayor demanda de la droga y de esta forma construirán
un negocio provechoso.
Para fines de la década, otros observadores advertían que,
si bien el adicto medicaamente inducido todavía era prominente, una
nueva población acababa de emerger. Era una población del
submundo, principalmente compuesta por consumidores de heroína y
cocaína que habían empezado el consumo de drogas comoo consecuencia
y asociaciones con otros delincuentes. Así, parecería que
la emergencia del delincuente adicto no era simplemente consecuencia de
un proceso de criminalización causa/efecto, la definición
de la Ley Harrison del consumo de narcóticos como un delito. Más
bien, probablemente, era el resultado de los efectos de la legislación
combinada con la emergencia de una nueva categoría de consumidores
que ya estaban dentro del submundo.
Si bien sólo ahora se cuenta con datos precisos sobre la incidencia
y prevalencia del consumo de drogas, para principios de los años
veinte los lectores de los medios de comunicación popular se enfrentaron,
casi cotidianamente, con cómo el consumo de drogas, y especialmente
el consumo de heroína, se había convertido en una epidemia
nacional.
Las estimaciones llegaron a una cifra tan elevada como 5 millones, con
cualquier cantidad de explicaciones para el reciente número de consumidores.
Algunos le echaban la culpa a la codicia de los traficantes de drogas, otros
a la personalidad inadaptada de los consumidores. Unos pocos aducían
que era una consecuencia natural de la enmienda de la Prohibición.
La mayoría de los observadores por lo general coincidía, sin
embargo, en que la respuesta al problema era más legislación.
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