El primer gran escándalo de corrupción del gobierno de Ricardo Martinelli ha causado la primera gran baja.
En medio del escándalo del otorgamiento de 200 concesiones temporales de taxis en el sector oeste -reportadas como irregulares- Sandra Escorcia presentó su renuncia como Directora de la Autoridad del Tránsito, aduciendo "razones personales". Un día antes, el hombre que había firmado esas concesiones, el subdirector Roberto Moreno, se había separado del cargo. El hombre designado por el gobierno para batear de emergente al frente de la ATTT es Ricardo Fábrega.
Se trata de una crisis dentro de otra crisis. El escándalo de los permisos temporales, junto con las bajas de Escorcia y Moreno son solo el último episodio de la verdadera crisis: la del sistema de transporte, controlado por un sector conectado políticamente que hasta hoy ha manejado a placer la institución, y que está presionando por todos los frentes posibles para evitar una modernización del sistema.
Como si todo esto no fuera suficiente, la confirmación de que la ATTT será absorbida por el Ministerio de Obras Públicas crea más incertidumbre.
Ante toda esta situación, la pregunta que surge es si este gobierno realmente tendrá la garra para lograr darle vuelta al actual orden establecido en el transporte, porque a todas luces, pareciese que la cúpula transportista se ha anotado otra batalla contra el gobierno de turno.