Muchas personas no controlan su existencia. Son como un piloto que le pregunta a los pasajeros qué debe hacer ante tal o cuál circunstancias.
Esa es una forma fácil de eludir las responsabilidades, para luego echarles la culpa a otros.
En realidad todos debemos ser conductores de nuestra propia vida, pero desafortunadamente cada día vemos hombres y mujeres, que parecieran niños temerosos ante la realidad que deben vivir cada día.
Si Dios les ha dado la fortuna de tener sus padres con vida, mantienen ese cordón umbilical de manera permanente sin atreverse a tomar sus propias decisiones y siempre están insatisfechos con su existencia.
Quizás en el fondo esa negativa a controlar su propia vida es la excusa más fácil para culpar a otros de sus fracasos. Claro que al optar por uno u otro camino, al seguir los impulsos de tu corazón o recurrir a tu intuición, existe la posibilidad de no salir exitoso, pero lo importante es tomar tus propias decisiones e intentar que tus sueños se conviertan en realidad.
La historia está llena de hombres y mujeres que persistieron en sus ideas, y que después de fracasos temporales, obtuvieron el éxito.
Aun cuando fracases, con solamente tener la sensación de asumir el control del timón de tu vida te dará una seguridad y la satisfacción interior que no tiene precio.
No hablamos de lanzar al canasto de la basura los consejos de padres, amigos o parientes.
Esas recomendaciones siempre serán bienvenidas, pero sólo tu conoces muy bien tu vida, tus sueños y motivos.
Es mejor fracasar, que ser un mediocre lleno de pánico que no se atreve a dar un paso por si mismo. Como diría el poeta español Antonio Machado: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar".
