De cada 10 denuncias que recibimos en Crítica, al menos 4 tienen que ver con los vecinos escandalosos, una clase de personas que afectan negativamente la calidad de vida de cualquier comunidad.
La mayoría del barrio duerme tranquilo. Son las dos de la mañana, pero siempre el mismo grupito de vecinos tiene su equipo de sonido a toda mecha.
Mientras usted intenta de contar los ovejas que saltan sobre la barrera imaginaria que figuran en sus sueños, la paz de la madrugada es interrumpida con el más escandaloso estruendo.
Usted se pone la almohada en los oídos, cierra las ventanas de su residencia, pero es inútil.
La bulla se cuela por cualquier espacio; hasta el techo retumba producto de los bajos del equipo de sonido ajeno.
Se llama a la estación de Policía más cercana, pero los tipos no tienen gasolina para hacer un operativo contra los maleantes y menos se van a preocupar por una "tontería" con el ruido excesivo.
Esa situación me recuerda el chiste de un chino que llamó a la Policía para denunciar que su vecino llamado Curro tenía unos perros que no lo dejaban dormir.
El asiático tenía un problema con la pronunciación de las "R" y lo que se le ocurrió al tongo que atendió la queja, fue recomendarle al chinito que se afeitara.
Proporciones guardadas, eso es lo que le ocurre a las personas que deben soportar a vecinos escandalosos y que no reciben respuestas o acciones efectivas por parte de la Policía Nacional, cuando presentan las respectivas denuncias.
Frente a estos bulleros, lo único que se puede hacer es soportar valientemente y esperar que éstos se duerman, para luego usted también enciendan su equipo de sonido a todo volumen, para que escuchen lo que es bueno.