Los derivados del petróleo deben sufrir una notable reducción, debido a que el precio del crudo registra sus niveles más bajos de los últimos 8 meses. El barril se vende actualmente entre 85 y 90 dólares.
Los precios han caído cerca del 40% en relación a los récords alcanzados en julio pasado.
Existe una realidad. La crisis financiera en Estados Unidos y los mercados de Europa han provocado una reducción de la demanda. En economía simple: como no hay plata para comprar, el precio del galón de gasolina y el diésel, tienden a bajar.
Así las cosas, se espera que el gobierno anuncie hoy una rebaja sustancial en los precios de la gasolina y el diésel, pero también debe haber una apertura de información sobre los márgenes de ganancias de cada uno de los involucrados en la cadena de distribución de los derivados del petróleo. Ya se conoce cuánto cobra el Estado de impuesto, lo que se ganan los dueños de gasolineras y los propietarios de los camiones que transportan el combustible. Todavía es un secreto cuál es la utilidad de las petroleras.
Ese secretismo parece similar al existente en la década del 80 cuando el suministro de petróleo a Panamá se amparaba bajo el denominado Acuerdo de San José. En estos tiempos, ese manejo de recámara no tiene cabida y se deben divulgar las cifras, para que los panameños sepan quién se está llevando la gran tajada del pastel del negocio petrolero.
Así mismo se hace necesario, que conforme bajen los precios del diésel y gasolina, se reduzca la inflación y baje el costo de los productos de la canasta básica de alimentos, ya que el alza del petróleo ha sido la excusa preferida para el incremento de los precios de éstos.