En fuertes tiempos de sequía, el pueblo de Israel era gobernado por el Rey Acab y por su esposa Jezabel, que adoraba a la divinidad Baal y la impuso a Israel como dios, provocando que el pueblo israelita se desviara de los caminos del Señor. Un día, el profeta Elías desafió a los profetas de Baal:
-"Tomen ustedes un becerro y colóquenlo en un altar sobre la leña. El dios que responsa enviando fuego del cielo será el verdadero"- propuso Elías.
-"Aceptamos"- accedieron los profetas paganos.
Así hicieron los profetas de Baal: invocaron desde la mañana al mediodía a Baal; pero ninguna voz respondió.
-"�Griten más fuerte!"- se burlaba Elías
Ellos seguían gritando; hasta se cortaban con lancetas. No obstante, no hubo respuesta alguna.
Entonces, el turno de Elías: erigió un altar con su respectivo becerro. Alrededor hizo una zanja con agua. Luego invocó: "Señor, Dios de Abraham, Isaac e Israel; respóndeme, para que esta gente vea que tú eres Dios, y que los invitas a volverse de nuevo a ti". En aquel momento, descendió fuego del cielo y quemó el holocausto y consumió el agua de la zanja. Al ver esto, la gente se inclinó hasta tocar el suelo con la frente y dijo "El Señor es Dios, el Señor es Dios". Elías mandó a degollar a los profetas de Baal.
Mensajes: 1) Dios aborrece la idolatría. En la actualidad, existen prácticas paganas que encierran idolatrías, como las consultas a espiritistas, contacto con los muertos, oraciones a fallecidos, altares y plegarias a santos. 2) El Eterno castiga severamente la idolatría: En aquella época, el pueblo de Israel sufría una sequía abrumadora. Según textos bíblicos, la sequía proseguía a causa de la iniquidad de los israelitas; es decir, los padecimientos tenían su causa en la idolatría. Ciñéndose a la ley deuteronómica, Elías decapitó a los profetas de Baal. Jehová execra en grado sumo la idolatría.