El Ejecutivo realizó cambios en la dirección de la Policía Nacional y designó a los jefes del fusionado Servicio Aeronaval y del Servicio de Frontera. Quizás agobiado por los cuestionamientos a la seguridad, se decidió cambiar al jefe que apenas cumplía seis meses y medio al frente de la institución policial.
En Panamá hay un promedio de 40 asesinatos por mes. El argumento de designar un uniformado al frente de la Policía Nacional no resolvió el problema, ni creemos que con los ajustes de ahora habrá mayores cambios.
El cambio de figuras o de leyes no solucionarán el problema de seguridad. Los componentes de la Fuerza Pública tienen recursos suficientes. Más de $400 millones se destinan de los fondos estatales para la seguridad pública. Hoy día se cuentan con recursos tecnológicos como las cámaras de vigilancia, pero hace falta algo: mayor mística para realizar el trabajo.
Los esfuerzos para reforzar la seguridad deben ser permanentes y no en operativos esporádicos. La población reclama reacción rápida de la Fuerza Pública cuando se reporte un incidente.
También es importante que el nuevo jefe de la Policía entienda que debe desarrollar una labor institucional y no inmiscuirse en política partidista ni prestar ese cuerpo para perseguir a los adversarios del gobierno de turno. La población lo que reclama y exige es la persecución de los criminales y una acción preventiva.
Al igual que sucedió con el Ministerio de Gobierno y Justicia, la Policía Nacional ya ha tenido cuatro diferentes directores durante la gestión del mandatario Martín Torrijos. No se observa estabilidad y quizás en eso está uno de los factores que han llevado al fracaso de la promesa de mayor seguridad que hizo Torrijos el 1 septiembre del 2004.