Una tarde brumosa y opaca acompañó la homilía de las honras fúnebres del pequeño de 3 años, Ernesto Mayorga, quien murió aplastado por el busito colegial que lo transportaba desde la escuelita hasta la casa, antes del medio día del lunes.
Los padres el niño, cristianos devotos y comprometidos, a pesar de haber recibido las palabras de aliento de sus guías espirituales, no pudieron esconder su dolor, pues Ernesto era su único hijo.
La Iglesia San Antonio de Padua, ubicada en Villa Cáceres, estuvo llena de familiares, amigos y compañeros de colegio, quienes le dieron el último adiós en medio de una sencilla, pero emotiva ceremonia.
Un pequeño ataúd de color negro acogió el cuerpo de Ernesto, quien fue conducido alrededor de las 3: 30 de la tarde de ayer, martes, en la carroza fúnebre hasta el cementerio donde reposarán los restos mortales, pues el recuerdo permanecerá vivo en la mente de todos aquellos que lo conocieron.
Maestros del Centro comunitario San Antonio, donde Enrique adquiría sus primeros conocimientos, se encuentran consternados, pues no pueden creer lo ocurrido.