Domingo 26 de julio de 1998

 








 

 

 

Delincuencia fruto del desempleo y el desinterés social


Carlos R. Rowe L.
Crítica en Línea

Corría el año de 1995, la ciudad de Panamá era un hervidero a causa de las personas que iban y venían en sus compras escolares, llevadas de un lado a otro motivados por las diferentes ofertas de las casas comerciales y las exigencias de los colegiales deseosos de tener las marcas más reconocidas.

Pero en algunos hogares las cosas eran muy diferentes, existía la desesperación por lo que no se tenía para cubrir las necesidades básicas que permitiera a los niños asistir de manera sencilla y digna a recibir instrucción educativa.

Tal era el caso de "Margarita" (nombre ficticio del personaje de esta historia real), quien no contaba con un trabajo y mucho menos con el apoyo del padre de sus hijos.

Margarita desesperada trataba de hallar solución a su problema, pero todo intento era infructuoso, sumiéndola cada vez más en una tormenta de dolor y frustración, de la cual no escaparía, sino que sería una víctima más del falso camino "rápido".

Desde algún tiempo Margarita era presionada por Riquelme, un supuesto amigo, el cual le ofrecía la solución pronta y segura de todos sus problemas, además de significarle una ganancia adicional para correrse algún placer. Pero Margarita había logrado mantenerse firme y evitar caer en tan grande tentación, pues lo único que le quedaba era su dignidad, la cual lastimosamente a falta de apoyo se veía cada vez más debilitada.

Ella no recuerda la fecha exacta, solamente sabe que era el año de 1995 y que hasta el momento sus hijos no contaban con lo necesario para estudiar y algún día salir de la pobreza que les rodeaba.

¿Qué hacer?, las puertas parecían estar todas cerradas, los pensamientos de esperanza se habían disipado casi por completo, ya no quedaban fuerzas, su realidad le gritaba a la cara que debía hacer cualquier cosa para remediar su situación.

Miraba a los niños, los cuales por esa inocencia que acaricia la ingenuidad, soñaban al ver y escuchar las diferentes cuñas promocionando lo último en utensilios escolares, esto no hacía más que hundir el puñal de la impotencia en el pecho de Margarita, la cual creía enloquecer por momentos. Fue así, como aquel día que prefiere no recordar, pero que cada vez vuelve para recordarle su error, por esas malas jugadas que hace la vida, se encontró con Riquelme.

Este sin perder tiempo le preguntó cómo estaba la familia, qué tal estaban las cosas, si ya los niños estaban matriculados en la escuela.

 

 

 

 

 


 

Margarita desesperada trataba de hallar solución a su problema, pero todo intento era infructuoso, sumiéndola cada vez más en una tormenta de dolor y frustración, de la cual no escaparía, sino que sería una víctima más del falso camino "rápido".

 

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