Delincuencia fruto del desempleo y el
desinterés social
Carlos R. Rowe L.
Crítica en Línea
Corría el año
de 1995, la ciudad de Panamá era un hervidero a causa de las personas
que iban y venían en sus compras escolares, llevadas de un lado a
otro motivados por las diferentes ofertas de las casas comerciales y las
exigencias de los colegiales deseosos de tener las marcas más reconocidas.
Pero en algunos hogares las cosas eran muy diferentes, existía
la desesperación por lo que no se tenía para cubrir las necesidades
básicas que permitiera a los niños asistir de manera sencilla
y digna a recibir instrucción educativa.
Tal era el caso de "Margarita" (nombre ficticio del personaje
de esta historia real), quien no contaba con un trabajo y mucho menos con
el apoyo del padre de sus hijos.
Margarita desesperada trataba de hallar solución a su problema,
pero todo intento era infructuoso, sumiéndola cada vez más
en una tormenta de dolor y frustración, de la cual no escaparía,
sino que sería una víctima más del falso camino "rápido".
Desde algún tiempo Margarita era presionada por Riquelme, un supuesto
amigo, el cual le ofrecía la solución pronta y segura de todos
sus problemas, además de significarle una ganancia adicional para
correrse algún placer. Pero Margarita había logrado mantenerse
firme y evitar caer en tan grande tentación, pues lo único
que le quedaba era su dignidad, la cual lastimosamente a falta de apoyo
se veía cada vez más debilitada.
Ella no recuerda la fecha exacta, solamente sabe que era el año
de 1995 y que hasta el momento sus hijos no contaban con lo necesario para
estudiar y algún día salir de la pobreza que les rodeaba.
¿Qué hacer?, las puertas parecían estar todas cerradas,
los pensamientos de esperanza se habían disipado casi por completo,
ya no quedaban fuerzas, su realidad le gritaba a la cara que debía
hacer cualquier cosa para remediar su situación.
Miraba a los niños, los cuales por esa inocencia que acaricia
la ingenuidad, soñaban al ver y escuchar las diferentes cuñas
promocionando lo último en utensilios escolares, esto no hacía
más que hundir el puñal de la impotencia en el pecho de Margarita,
la cual creía enloquecer por momentos. Fue así, como aquel
día que prefiere no recordar, pero que cada vez vuelve para recordarle
su error, por esas malas jugadas que hace la vida, se encontró con
Riquelme.
Este sin perder tiempo le preguntó cómo estaba la familia,
qué tal estaban las cosas, si ya los niños estaban matriculados
en la escuela.
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Margarita desesperada trataba de hallar solución a su problema,
pero todo intento era infructuoso, sumiéndola cada vez más
en una tormenta de dolor y frustración, de la cual no escaparía,
sino que sería una víctima más del falso camino "rápido". |
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