Domingo 26 de julio de 1998

 








 

 

 

MENSAJE
El árbol y yo


Monseñor
Rómulo Emiliani

Un árbol seco y casi caído sobresalía en un lugar desértico. Sus ramas estaban secas y sus hojas, las pocas marchitas y muy tristes. El árbol doblegado y ya casi caído esperaba un viento fuerte que iba a arrancarlo de raíz. ¡Pobre arbolito! Estaba muriéndose. Pobre arbolito que recuerda la vida de tanta gente; allí estaba puesto para dar muchos frutos y mira... ¿cómo está?

Arbolito triste estás en una agonía continua; arbolito triste te estás muriendo. Me recuerdas a tantas personas que no han dado frutos como aquel hombre de 44 años que lloraba desconsolado: Mire Padre, me decía: -mire mis manos, están vacías y así mi vida... ¡qué tiempo tan perdido!...¡qué vida tan inútil!...¡qué vida tan triste! ¡qué dolor siento en mi alma -El rostro de este hombre cuando hablaba estaba bañado en lágrimas; sus manos temblorosas, sus ojos reflejaban angustia. ¡Pobre hombre!, me recuerda el arbolito triste y casi seco y así a mucha gente...

Arbol seco que me recuerdas tantos casos que he conocido. Arbol seco que recuerdas a alguna gente rica que ha malgastado su tiempo viviendo fácilmente sin preocupaciones, sin trabajar. Arbol seco que me recuerdas a tanta gente pobre que no ha querido o no ha sabido superarse. ¡Cuántas vidas perdidas inútilmente! ¡Oh árbol seco!, con la imaginación podemos recorrer nuestros bares y cantinas. ¡Cuánto tiempo perdido!; vidas perdidas que allí están consumiéndose en el vicio del licor. Podríamos recorrer manicomios y ver a más de uno allí aturdido por tremendos complejos de culpa por no haber hecho nada en la vida. Podríamos recorrer empresas, fábricas y ver a personas allí trabajando a medias. Y en el campo del amor, ¡cuántos arbolitos secos!; los que no han amado, se han ido secando lentamente; corazones muertos, corazones secos, corazones arruinados. ¡Cuántas parejas que no han amado de verdad!; que han vivido dando un poquito de amor; casi nada... a cuentagotas. ¡Cuántos papás que no han amado a sus hijos¡ Arboles secos que estáis por la vida tristes, dormidos, medio muertos. Mucha gente se ha acercado a ti; han extendido sus manos; han buscado frutos en ti, en ese árbol que eres tú mismo y ¿qué han encontrado? Nada... hojas marchitas, marchitas que se desvanecen con sólo estrujarlas un poco.

¡Arboles secos! Si tú eres un árbol seco y estás leyendo este Mensaje al Corazón, tú necesitas revivir, tú necesitas encontrar el agua viva que calme tu sed y que te permita crecer; el sol radiante que caliente tu raíz y te dé vida; la tierra abonada que permita tu crecimiento. Arbol seco tú necesitas crecer, tú necesitas dar frutos, tú necesitas volver a vivir. ¡Arbol seco todo es posible.

 

 

 

 

PUESTA EN ESCENA
Artistas sin protección.

 

PORTADA | NACIONALES | RELATOS | OPINION | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | COMUNIDAD | REPORTAJES | CRONICA ROJA | EDICION DE HOY | EDICIONES ANTERIORES


 

 Copyright 1996-1998, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.