EDITORIAL
Colapso y caída de una esperanza popular
La lucha guerrillera de un
puñado de combatientes libertarios contra el régimen dictatorial
del tirano Fulgencio Batista, exaltada por los medios de comunicación,
aceptada por las colectividades, respaldada con fervor por los pueblos mereció
las felicitaciones mundiales por el triunfo rebelde que defenestró
la opresión y ofreció reivindicar en Cuba la democracia y
los derechos conculcados.
Barbudos delegados del uniforme verde olivo recorrieron los principales
países de América y Europa, proclamando el nuevo derrotero
de cívico acento y profundo sentido libertario, que devolvería
a la isla el prestigio y logros que su vivir reclama.
Los años han pasado; los acomodos interesados de sectores internacionalistas
derivaron la gesta del "Movimiento 26 de Julio" a la vorágine
de la guerra fría, y un desbocado proceso expropiador, unido con
medidas represivas de tipo colectivista dio un rostro traicionado a la isla
"que parece un lagarto verde", donde las esperanzas acrecidas
resultaron frustradas, con su carga inmensa de pena y dolor.
Los manejos norteamericanos, inducidos por prácticas colonialistas
en las relaciones con el Caribe impidieron entender las ansias renovadoras
y la necesidad de un nuevo trato, un remozamiento tipo rooseveltiano, que
diera dignidad a los afrentados pueblos, y prefirieron encaminar sus quehaceres
al terrorismo, el boycot y la invasión armada.
Hoy, Cuba permanece sometida a los rigores de una economía duramente
fracturada, donde los fracasos de la industrialización forzada consumieron
ingentes recursos, y el monocultivo azucarero retornó sometido a
limitaciones, compromisos y ataduras que impiden generar los adecuados recursos
que la economía reclama.
Algunas medidas liberadoras avanzan en Cuba; la visita papal sirvió
de contrafuerte para adelantar pasos democratizadores que eventualmente
devolverán a los cubanos la plenitud de los derechos; la permisión
de "vuelos charter" y los envíos humanitarios alertan hacia
el retorno fraternal de Cuba al seno latinoamericano.
Logros educativos y sanitarios son evidentes en Cuba, y búsquedas
agropecuarias resultaron plausibles; sin embargo, un inmenso sentimiento
de derrota social, de vencimiento humano, sin futuro alguno, hacen del vivir
cubano un camino oscuro, aplastado, que permite hoy surgimiento de lacras
y deterioros sociales profundos.
Hoy, aniversario de la revolución traicionada, resulta propicia
la ocasión para reflexionar sobre el rumbo del fracaso rebelde, y
precisar los compromisos que retornen la paz, felicidad y el progreso a
la isla de Cuba, cancelando el sufrimiento de treinta y nueve años,
que llena de dolor a Cuba.
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