Bienvenidos al "Almacén
Agáchate"
Mauro García Suárez
EPASA
En un recodo del mercado
público, a lo largo de la pequeña arteria que conduce a reducidas
fondas, bodegas, cantinas y otros negocios adyacentes, está lo que
sus creadores han llamado el "Almacén Agáchate".
Y es así porque generalmente los artículos que allí
se venden, están diseminados en el mismo piso o en improvisadas mesitas.
La alta tasa de desempleo en esta provincia ha incrementado la generación
de los denominados subempleos, y una de esas actividades es sin duda la
buhonería, practicada de manera ambulante o estacionaria por un número
plural de los que no cuentan con un trabajo permanente.
Es normal ver llegar a gente de todas las capas sociales, a pie o en
autos al Almacén Agáchate, para comprar, desde una franela,
una madeja de hilo, hasta un compresor, tocacinta o un reloj de pulso. En
fin, lo inimaginable, está allí.
Para estos ínfimos empresarios, que riñen con los comerciantes
organizados y los que pagan impuestos, hubo épocas de "bonanza",
pero hoy la realidad es otra.
La actividad ha entrado en una etapa de crisis, presentándose
días en que a duras penas sacan para "poner la paila",
como bien expresa uno de ellos.
Es cierto, hay mucha riqueza en la provincia, la más grande Zona
Libre de Occidente está enclavada aquí, con una empresa refinera,
proyectada con pujanza, la actividad portuaria agigantándose con
el correr del tiempo y un promisorio futuro preanunciado con la afluencia
de otras grandes inversiones. Pero esa cornucopia cargada de bondades, pareciera
no estar regando equitativamente sus monedas.
Martín Campos Wilson, buhonero de 25 años y quien bautizó
el lugar como el Almacén Agáchate, pudo alguna vez guardar
dinero en el Banco Nacional, tener una casita modesta en la comunidad de
Vista Tropical y luego edificar una de bloques, donde por más de
15 años vive con su mujer. "Pero el negocio está últimamente
mal, hay mucha competencia, pero siempre se saca para el pebre (la comida)".
Martín vende herramientas, zapatos, ropa, ferretería y
todo lo que le lleven para revender y en medio de la incertidumbre de cada
día, repite que antes le iba mejor, pero que el tiempo se ha puesto
duro, difícil, "todo ha ido disminuyendo, pero la vida hay que
lucharla y cogerla como venga", nos dice filosóficamente, casi
con resignación.
La situación es casi la misma, por la decadencia del negocio,
pero más aguda en el entorno familiar, para Angel Hernández
"Fulo", con el compromiso de terminar de educar a dos hijos que
estudian en la secundaria y tres en la primaria y todo lo demás que
involucra el mantener una familia.
Rememorando tiempos idos, recuerda cuando se hacía de ganancia
hasta 200 dólares diarios y podía comprar autos de segunda.
Ahora hace mucho que anda a pie y en bus, desde que el último se
le dañó, "porque el negocio cada día va mermando
más", cosa que atribuye al alto costo de la vida y a la prudencia
de la gente en gastar lo poco que tienen.
Vender en el Almacén Agáchate tiene también sus
riesgos, dándose casos de buhoneros que han sido sancionados por
la Ley, precisados a pagar fuertes multas, por aventurarse a comprar artículos
de dudosa procedencia. Esto no es óbice para seguir la oferta y la
demanda, entre herramientas, perfumes, ferretería, zapatos, ropa,
correas, linternas, relojes, cosméticos, materiales para trabajos
de electricidad, anteojos, pintura y de todo como en botica.
Pero por el momento, los mini empresarios del Almacén Agáchate
analizan la actualidad en que viven y ven muy difícil que las cosas
mejoren para su beneficio.
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Vender en el Almacén Agáchate tiene también sus
riesgos, dándose casos de buhoneros que han sido sancionados por
la Ley, precisados a pagar fuertes multas, por aventurarse a comprar artículos
de dudosa procedencia. Esto no es óbice para seguir la oferta y la
demanda, entre herramientas, perfumes, ferretería, zapatos, ropa,
correas, linternas, relojes, cosméticos, materiales para trabajos
de electricidad, anteojos, pintura y de todo como en botica. |
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