Bombas brasileñas....
Lindas mujeres, el lujo y la grandeza de las carrozas también fue una característica de Beija-Flor, escuela que presentó un desfile dedicado a los caballos de paso mangalarga, una raza brasileña.
Redacción
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Desfiles lujosos y llenos de color marcaron la última velada de desfiles en el sambódromo del carnaval de Río de Janeiro que concluyó en la madrugada de este martes con la participación de la últimas dos escuelas de samba: Mangueira y Beija-Flor
Más allá de las fallas técnicas, Mangueira emocionó al público en el sambódromo Marqués de Sapucaí al introducir como novedad la división de su banda de músicos en dos grupos, unos vestidos de maquinistas de tren y otros de cocineros, que se alternaron en la ejecución de la samba.
En su dedicatoria a Cuiabá, ciudad del centro-oeste del país, Mangueira recordó a los "bandeirantes", expedicionarios que expandieron las fronteras de Brasil cuando todavía era una colonia portuguesa, y su relación con los indios de la zona de Mato Grosso, así como la fauna y la flora típica de esa región.
El lujo y la grandeza de las carrozas también fue una característica de Beija-Flor, escuela que presentó un desfile dedicado a los caballos de paso mangalarga, una raza brasileña.
Para contar su historia, Beija-Flor escenificó en el sambódromo las leyendas de las batallas del caballero San Jorge contra el dragón, de Pegaso, de los centauros y del caballo de Troya.
También recordó las campañas militares de Alejandro Magno a lomos de Bucéfalo, del rey persa Darío, del rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda, de los Cruzados, y la afición de los gitanos por este animal, representados en fiestas con un derroche de color en la indumentaria.