Me llaman la sometedora

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Me llaman la sometedora

Para mi no hay dudas de que a los hombres hay que someterlos, porque si les das libertades lo primero que hacen es metérselo a cualquier bruta que se les atraviesa. La mayoría de los “manes” son unos perros y los otros no han tenido la oportunidad por estar limpios o feos. En cambio, las mujeres todas tenemos lo nuestro. Dicen que no hay mujer fea sino mal arreglada. En la cama también hago según digo. No hay hombre al que le haya dejado hacer su voluntad encima mío.

Lo penetré

Soy yo la que voy arriba y tengo la costumbre de introducirme el miembro y poner al hombre con las patas abiertas, y yo con las mías cerradas, soy la que va en el medio. Como si fuera yo el hombre que monta. Esta pose vuelve locos a los “manes” que sienten que yo me los cojo. Mi reputación me persigue, porque al ver mi cara de mala, un “man” se desmorona, emocionalmente, y me pidió que le metiera un vibrador por su chocolatín. Me puse como si fuera mi pene y lo penetré. El tipo fue feliz sintiéndose mujer poseída por el macho que en este caso fui yo.

Hasta el beso negro

No se imagina la cantidad de “manes” que me piden que les meta los dedos y hasta que les haga “fighting”, y mi brazo no es pequeño. A estas alturas ya se dio cuenta que soy una zorra. Para mi es un placer dar placer y sacar los más sucios pensamientos de las mentes de los hombres. Hay quienes me piden el beso negro. Mis amigos no me tienen vergüenza porque sus secretos están bien guardados conmigo. Muchos son gente común: oficinistas, obreros y hasta personajes me piden que les haga cosas, que les meta cosas y que les haga el sexo bien duro.

Me encanta en buen sexo

Esos son los deseos de muchos “manes” cuando me ven grandota con tetas enormes y unas nalgas que parecen dos pelotas y mi cinturita de abispa. Me encanta el buen sexo y me vengo viéndolos venirse.

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